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Estaba cenando tranquila, sola, porque, al parecer, mis papás tenían citas todos los días. Ya llevaba aquí un par de días, o bueno, creo que una semana ya, pero siempre la misma cosa. Ellos en sus planes y yo aquí, viendo a ver qué hago.

Justo cuando iba a darle un mordisco a mi comida, me entró una llamada de madison , así que contesté al segundo.

—Niña —dijo ella, en su típico modo de saludo—, ¡imagínate!

—¿Qué pasó? —dije yo, soplando la comida que, por cierto, estaba caliente como el mismísimo infierno.

—Mañana hay entrevistas en las instalaciones de la selección y un reportero canceló. Yo dije que tenía una amiga que tal vez podía ayudar.

—¡¿O sea yo?! —respondí, abriendo los ojos como platos.

—¿Y quién más, boba? —dijo ella riendo mientras se estacionaba.

—Ay, Virgen Santa, ¿y qué tengo que hacer? ¡Omggg! —me paré de la mesa, brincando como loca por toda la sala.

—Tienes que estar allá a las 7 de la mañana. Una red te va a dar las preguntas. Básicamente vas a reemplazar al chico, es para un noticiero o una revista, no sé, algo así.

—¡Mi primer trabajo! —dije soltando una carcajada nerviosa.

—Te van a dar un carnet. Esas juntas duran como cuatro horas, creo que empiezan a las 8, pero tienes que estar antes para que te indiquen todo. Yo entro a trabajar como a las 9, así que, apenas salgas, nos vemos.

—¡Está bien! —respondí, aún procesando todo.

—No me dejes mal, Max. Nos vemos mañana —dijo entrecerrando los ojos, como si pudiera verme a través del teléfono, antes de colgar.

Obviamente, me fui a dormir enseguida porque ya era tarde y, si no me acostaba, iba a aparecer como un zombi al día siguiente. Pero, ¡ay!, la emoción no me dejaba.

***

El siguiente día llegó demasiado rápido. Me levanté medio zombi, me arrastré a la ducha, y el agua fría me despertó de golpe. ¡Qué sueño, Dios mío! Hace años que no madrugaba tanto.

Me vestí entre formal y casual, como Marisol me había dicho. Jeans, una camisa de rayas y una chaqueta de cuero. Iba tarde, como siempre. Ni desayuné, salí volando.

Al llegar a las instalaciones, busqué al de seguridad, quien, sorprendentemente, me dejó pasar enseguida. Me acerqué a una chica que parecía saber lo que hacía.

—Hola, soy la asistente de Néstor —me dijo, sin siquiera mirarme—. Sígueme, por favor.

La seguí por un pasillo largo hasta llegar a un señor que vestía un traje de leopardo. ¡Leopardo, te lo juro! Además, unas gafas rojas que lo hacían ver como salido de un circo.

—Hola, soy Max —le dije, tratando de sonar segura, pero él me miró de arriba a abajo con una ceja levantada.

—Pensé que serías un hombre, pero mejor si eres una mujer —dijo con una sonrisa.

Me reí nerviosa, porque, ¿qué otra cosa iba a hacer?

—Mi nombre es Julián, soy el dueño de la revista *Escándalo VIP* —añadió con un aire de importancia, como si estuviera presentándose ante la reina.

"Perfecto", pensé, "una revista de chismes... Ya me imagino las preguntas". Y tal como lo supuse, me entregó una hoja con las preguntas que debía hacer.

Leí las preguntas rápidamente, y casi se me cae la cara al ver los nombres.

Pregunta para Daniel Muñoz:
—¿Qué tal llevas tu relación con los chismes de que tu novia, después de tu fama, se volvió una persona arrogante?

El niñito ese - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora