Volver a casa se sintió como despertar de un sueño pesado. Después de todo lo ocurrido en la clínica, estaba exhausta, pero agradecida de que al menos la incertidumbre se había ido. Caminé con cuidado hasta la puerta de la casa mientras mi mamá me sostenía del brazo y me miraba con esos ojos llenos de preocupación y amor.
— ¡Ya estamos en casita! — exclamó mi mamá, sonriendo mientras abría la puerta.
Al entrar, lo primero que vi fue a mi papá, sentado en el sofá con las piernas cruzadas, haciendo como si estuviera leyendo el periódico, pero claramente esperando mi llegada. Apenas me vio, soltó el papel y se levantó de un salto.
— ¡Ah, la estrella de la familia regresó del hospital! — dijo, con su típico tono dramático y burlón.
— Papi, no joda —conteste
Al parecer mi mamá había hablado con mi papá para que recapacitara, cosa que agradezco eternamente
— ¡Ey! Pero cuídese ese vocabulario, mijita, que ahora es mamá y todo — respondió mi papá, lanzándome una mirada pícara, mientras mi mamá le daba un leve codazo en las costillas.
— ¡Roberto! Deje las tonterías — le regañó ella, aunque no pudo evitar sonreír.
— Bueno, bueno... pero es que, ¿cómo no me voy a reír? Mi hija sale del hospital y la primera palabra que suelta es "no joda", ¡eso es como pa' llorar y reír al mismo tiempo! — bromeó, y luego hizo una pausa dramática—. ¿Será que lo del embarazo también lo sacó de mí? Porque tú sabes, mija, yo fui todo un semental en mis tiempos — dijo, guiñándome el ojo.
— ¡Papi, yaaaa! — repliqué, muerta de la risa, mientras mi mamá le daba otro codazo más fuerte esta vez.
— ¡Ay, hombre, que ya ni puedo bromear en esta casa! — se quejó mi papá, frotándose el costado y sonriendo de oreja a oreja.
— Ahí verá si sigue, va a ver cómo le meto el codazo más fuerte — le advirtió mi mamá con una sonrisa cómplice.
— ¡Yo no sé cómo aguanta a este hombre! — dije riendo y tomando asiento en el sofá, todavía con algo de cansancio.
En ese momento, sentí un abrazo desde atrás. Era mi hermana, quien había llegado del internado. Me abrazó fuerte y se quedó allí, rodeándome con sus brazos delgados.
— ¡Ay, hermanita! ¿Estás bien? Te extrañé un montón... — dijo, apoyando su barbilla en mi hombro.
— Sí, estoy bien, tranquila — le respondí con una sonrisa.
— Yo no puedo creer que voy a ser tía... ¡tíaaa! — exclamó con una mezcla de emoción y nervios, haciendo una pausa dramática—. ¡Eso me hace sentir más adulta!
— Perrilla dos — le solté en tono bromista.
— ¡Ay, no empieces, que una tía debe tener estilo! — dijo, y ambas reímos juntas.
— ¡Ve! ¡Esa sí que tiene estilo! — comentó mi papá en tono divertido, mientras lanzaba una mirada picarona.
— ¿Ya vas a empezar de nuevo? — le cortó mi mamá, lista para lanzarle otro codazo.
— ¡Nada, nada, mujer! Solo decía... que nuestra hija va a tener un bebé con estilo, y ya tenemos la mejor tía del mundo — dijo mi papá, levantando las manos en señal de rendición.
En medio de las risas, Richard entró con un ramo de flores y un nerviosismo palpable. Caminó hacia mí con pasos torpes, sin saber bien qué decir.
— Hola, mami — dijo, sonriendo tímidamente y entregándome las flores.
— ¡Hola! — le respondí, sonriendo también, mientras las aceptaba.
— Espero que estés bien... eh, traje estas pa' vos, pero... sé que no es suficiente, yo... — balbuceó.
— Shhh, tranquilo, Richard. Todo va a estar bien. — Lo interrumpí con una mirada calmada, aunque sentía el nudo en la garganta.
— Yo... yo quiero que sepas que te voy a apoyar en todo, mami. En serio. Vos, el bebé... — su voz se quebró un poco, pero continuó—. No quiero que sientas que estás sola en esto.
Las palabras me tocaron el corazón, y en ese momento, sentí el peso del miedo y la incertidumbre empezar a desaparecer.
— Yo sé que no estoy sola — le respondí, tomando su mano—. Lo vamos a hacer juntos.
— ¡Ah, bueno, así me gusta! — exclamó mi papá, poniéndose de pie dramáticamente—.. Y yo ya estoy pensando en el baby shower. Imagínense... ¡hasta puedo hacerme el DJ!
Todos en la sala estallamos en carcajadas, mientras mi mamá le lanzaba otro codazo, pero esta vez sin ninguna intención de detener la risa.
— ¡Roberto, por Dios! — dijo ella, entre risas—. Deje de decir locuras.
— ¿Locuras? ¡No! Yo ya estoy pensando en las cosas serias, mi amor. Un baby shower bien hecho, con música y todo... ¡pa' que el bebé llegue sabiendo quién es su abuelo! — terminó de decir, levantando las manos y haciendo un pequeño baile, mientras todos seguíamos riendo.
La tarde continuó entre bromas, abrazos y sonrisas. Mi hermana no paraba de preguntar sobre cómo sería el bebé, mientras Richard no soltaba mi mano, y yo sentía que, por primera vez en semanas, todo empezaba a tener sentido. No estaba sola. Tenía a mi familia, a mis amigos... y a Richard, quien estaba dispuesto a afrontar esto conmigo.
Si es niño Maximiliano
Si es niña rihannaFin