.

409 48 12
                                    

El sol me pegaba directo en la cara cuando, apenas saliendo de la sala de prensa, sentí el celular vibrar. Miré la pantalla, era Madison. ¡Claro, tenía que ir a verla ya! Me despedí rápido, inventando alguna excusa de que tenía que irme urgente.

—¡Max, esperá! —oí la voz de Richard justo detrás de mí.

Me detuve en seco y volteé, tratando de ocultar el nerviosismo. Richard se acercaba con una sonrisa juguetona, esa misma que me había sacado de mis casillas hace apenas unos minutos.

—¿Pa' dónde vas con tanta prisa, pues? —me preguntó

—Tengo que ver a Madison, toy apurá' —contesté, intentando seguir mi camino, pero él se puso en medio, como si no fuera a dejarme ir tan fácil.

—¡Uy, uy, uy! ¿Y pa' qué me mentís? Seguro que te fuiste porque te caigo mal... —dijo, cruzando los brazos con una sonrisa traviesa.

Lo miré con una ceja levantá, conteniendo una risa.

—¿Caerme mal tú? ¡No me jodas, Richard! Es más, me caes tan mal que me haces falta. —le respondí, jugando a seguirle el chiste.

Él soltó una risa fuerte y dio un paso más cerca, quedando justo frente a mí. Lo miré a los ojos, tratando de no desviar la mirada como una boba.

—Ah, ¿así que te hago falta? —dijo él, inclinándose un poco hacia mí. Su tono tenía algo... ¿doble sentido?— Entonces, cuando te vas, ¿quién te va a molestar? Porque aquí estoy pa' seguir cayéndote mal todo lo que querás.

Me puse seria, pero juguetona al mismo tiempo.

—Mira, no tengo tiempo pa' que me sigas cayendo mal. Madison me está esperando en su oficina, y si llego tarde, me mata —dije, dándole un golpecito en el hombro mientras pasaba junto a él.

—Uy, ¿y si llegás tarde es culpa mía, entonces? —preguntó Richard, siguiéndome el paso.

—Clarooo, tu culpa —contesté, sonriendo de lado.

—¿Y qué te van a hacer en la oficina? ¿Un interrogatorio? ¿O es que te tienen guardado algo más? —soltó él, subiendo las cejas de manera insinuante.

—Jummm, si te lo cuento, después no vas a poder dormir pensando en mí —le respondí, y él soltó una carcajada.

Me miró como si estuviera disfrutando cada segundo de esa conversación. Yo me hacía la que no, pero en realidad... bueno, no podía negar que Richard siempre había tenido ese "no sé qué". El hombre tenía porte, y ahora que lo veía de cerca, más guapo que nunca.

—Bueno, me rindo. Pero si te cae algún castigo por llegar tarde, me avisás pa' que me eche la culpa —me dijo mientras se iba deteniendo.

—¿Ah sí? Me lo pensaré —respondí, y con eso, apuré el paso, riéndome por dentro de la charla.

Llegué a la oficina de Madison casi corriendo, me detuve unos segundos para respirar hondo antes de entrar. Toqué la puerta, y al abrir, ella estaba en su escritorio, llena de papeles.

—Niña, ¡llegaste tarde! —dijo ella con tono de broma, levantando la cabeza de los documentos.

—Ay, no me jodás que ya vengo corriendo porque ese Richard no me dejaba ir —le contesté mientras me tiraba en el sillón frente a ella.

Madison soltó una risita y me miró curiosa.

—¿Qué? ¿Te estuvo jodiendo o qué? —preguntó, cruzándose de brazos.

—Que si me cae mal, que si lo voy a extrañar, hasta insinuó cosas —le dije, imitando el tono de Richard.

Madison rodó los ojos, riéndose.

—Ese man nunca cambia. Siempre ha sido así, pero te advierto, si te sigue fastidiando así, algo más quiere. —Madison me miró con picardía.

—Ay, ¡no empecés! —le respondí, dándole un manotazo suave.

Pero en el fondo, las palabras de Madison se quedaron rondando en mi mente.

El niñito ese - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora