—Fiesta, fiesta —gritaba Madison por toda la habitación, su voz retumbando entre las paredes como un eco festivo.
—Dios mío, Madison, ¿en qué sorteo me gané tu amistad? —dije entre risas mientras ella hacía piruetas alrededor de mi cama.
—¿Qué te vas a poner para la fiesta? ¡Dime que irás! —preguntaba con esa persistencia que la caracterizaba.
—Ya te dije que no voy a ir.
—Pero si va a estar tu nerdito Ríos, ¿cómo puedes faltar?
—Sí, muy graciosa. Él no es razón suficiente —repliqué, intentando no mostrar interés.
—¡Es tu gafufo favorito! ¿De verdad no vas a irrrrrr? —insistía, alargando la última palabra mientras hacía un puchero exagerado.
—Cansona, que no —respondía, intentando cerrar el tema.
—Porfi, porfi, porfi, vamos —seguía ella, ahora saltando frente a mí.
—Solo estás insistiendo porque va a ir Daniel —dije, lanzándole una almohada que capturó en el aire con una sonrisa triunfante.
Ella se puso roja, pero literalmente roja.
—Quizás... —admitió por fin.
—Está bien, vamos a ir —cedí, sabiendo que de todas formas, no me dejaría en paz.
Ella comenzó a bailar por el cuarto, y yo aproveché para grabarla con mi teléfono, documentando su euforia.
—Y nos vamos a quedar a dormir, ¿sí o qué? —anunció, ya planificando la logística.
Rodé los ojos.
—Madison, qué locura organizas siempre —comenté mientras empezaba a prepararme.
A ver les explico En el internado, detrás hay una parte que es como una casa con muchas habitaciones. Es como otra parte del internado que está vacía porque es un proyecto que se está haciendo. Dicen que es para futuras expansiones, pero en realidad, siempre lo arriendan para los estudiantes.
Generalmente hacen fiestas allí, aunque se supone que es un secreto. Todo el colegio lo sabe y los directivos se hacen los
Me puse un vestido de baño por si acaso y un short encima, casi siempre terminábamos en la piscina. En un bolso metí lo esencial: ropa interior, una toalla, una pijama, y más cositas necesarias para sobrevivir la noche.
Mientras me maquillaba y terminaba de arreglarme, Madison continuaba con su monólogo sobre lo emocionante que sería la noche. Finalmente, salimos de la habitación, listas para lo que nos esperaba.
En el camino al lugar de la fiesta, hablábamos sobre los últimos chismes del colegio, planes futuros y claro, Daniel.
Después de un largo rato, la música de la fiesta sonaba a todo volumen. Madison y yo llegamos al lugar donde se armaba la fiesta clandestina, y como era de esperarse, ya había bastante gente riendo, bailando y tomando alrededor de la piscina. Las luces neón iluminaban el ambiente con tonos púrpura y azul, mientras el agua de la piscina brillaba bajo las luces.
Madison, como siempre, comenzó a saludar a todo el mundo. Yo, más reservada, me quedé un poco apartada, sacando mi vaper para distraerme. Al poco rato, Lucho pasó cerca y me vio.
—¡Ey! ¿Una foto o qué? —dijo mientras levantaba su celular, preparándose para tomar una selfie.
—¡Obvio! —le respondí mientras hacía una pose rockera, levantando los dedos en señal de cuernos.
Nos tomamos la foto riendo, y justo después, vi a Richard que me observaba desde el otro lado de la piscina. Me acerqué con tranquilidad y le saludé con un puñito.