44. Hermandad de Sangre

207 27 25
                                    

A la mañana siguiente, a las 5 de la mañana, Harry fue despertado por Jason. Debían volver a su sala común antes del desayuno.

Harry miró a Draco durmiendo antes de irse. Aún recordaba la cara de preocupación del rubio cuando ellos dijeron que tendrían que participar en el torneo. El rubio no lo había acusado de nada y por el contrario había estado preocupado por su seguridad y la de Jason hasta el punto del desmayo; lo cual era totalmente contrario a como lo veía su mejor amigo Ron cuando lo vio después de haber estado toda la noche fuera de su sala común.


—Enhorabuena, pero miren quienes se han dignado a aparecer. —Ron apenas vio a Harry entrar en la sala común junto con Jason.

—¿Enhorabuena? —repitió Harry frunciendo el ceño.


Jason no reparó en los comentarios del pelirrojo; simplemente fue a su cuarto. Tenía que cambiarse y organizar sus pensamientos; por esa única vez haría caso a los consejos que una vez le llegó a dar alguno de sus hermanos: "Ha palabras necias, oídos sordos". Y con esa frase en mente dejó a Harry solo con su nefasto amigo.


—Bueno... Eres el único que logró cruzar la línea de la edad que puso Dumbledore. — Contestó Ron con algo de sarcasmo, olvidando mencionar a Jason. — Ni siquiera Fred y George lo lograron. ¿Cómo lo hiciste? ¿Usaste tu capa?


Harry miró alrededor y dio un suspiro al darse cuenta que ninguno de sus compañeros estaba en la sala común; la mayoría debían de seguir durmiendo en sus cuartos.


Muffliato. — Murmuró Harry sonriendo con burla; pasar tanto tiempo con Draco y los Wayne lo habían hecho experto en ese hechizo. — Ron, la capa no me hubiera permitido cruzar la línea.

—Ah, bien. Pensé que, si hubiera sido con la capa, podrías habérmelo dicho... Porque podría habernos tapado a los dos, ¿no? Pero encontraste otra manera, ¿verdad?

—Escucha —dijo Harry tratando de contener su enojo ante la duda de su amigo—. Yo no eché mi nombre en el cáliz de fuego. No sé cómo llegó mi nombre y el de Jason ahí; claramente alguien lo ha hecho, pero no sé quién y no sé con qué motivos.

—Y según tú. ¿Por qué alguien haría eso?

—No lo sé, Ron, no sé. —Dijo Harry exasperado; no podía pensar en una buena razón para que alguien pusiera su nombre en el cáliz; lo más probable es que alguien quería verlo muerto... Pero ese dramatismo es algo de Draco. — Realmente no sé quién ha hecho esto, pero ni Jason, ni yo hemos elegido esto.


Ron no parecía nada convencido ante las palabras de su amigo y Harry estaba comenzando a cansarse de tener que defenderse; cada que veía la cara de desconfianza de su amigo recordaba la cara preocupada de Draco. El rubio ni siquiera insinuó que ellos pudieran poner su nombre en el cáliz y estaba genuinamente preocupado por su seguridad, y frente a él estaba su supuesto mejor amigo poniendo en duda sus palabras.


—Vale, bien. A mí puedes decirme la verdad. Si no quieres que lo sepa nadie más, estupendo, pero no entiendo por qué te molestas en mentirme a mí. No te vas a ver envuelto en ningún lío por decirme la verdad. Esa amiga de la Señora Gorda, esa tal Violeta, nos ha contado a todos que Dumbledore te ha permitido entrar. Un premio de mil galeones, ¿eh? Y te vas a librar de los exámenes finales...

—¡No puse mi nombre en el cáliz! Maldita sea, Ron, estoy cansado y en unas horas debo ir con el resto de los campeones a la sala de entrevistas; ya soy la burla del colegio, y cuando aparezca en el profeta seré la burla del mundo mágico.

WAYNE'S EN HOGWARTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora