45. Dios los cría y el diablo los junta.

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Tim recordaba claramente el día en que conoció a Draco Malfoy. Era el chico más orgulloso y pretencioso que jamás había visto, lo cual era mucho decir, considerando que vivía con Bruce y Damian Wayne. Tenía solo 10 años en ese entonces, pero aún podía ver claramente la escena en su mente: su hermano mayor, Jason, lo presentó con entusiasmo.


-Este es Draco Malfoy, pueden llamarlo príncipe o Dray, y es mi mejor amigo -anunció Jason con una sonrisa burlona, mientras Draco rodó los ojos con exasperación.

-Ayuda, está loco. Me ha traído aquí en contra de mi voluntad -bromeó Draco, observando a los dos niños de cabello oscuro y ojos claros, de 10 y 8 años.

-Cualquiera que logre soportar a este intento de ser humano debe ser un santo -se burló Tim con sarcasmo, lanzando una mirada divertida a Jason.

-En ese caso, pueden empezar a llamarme San Draco -respondió Draco, siguiendo la broma, mientras Jason los miraba, fingiendo ofensa.


En esas vacaciones, Tim no solo conoció a Draco, sino que también entendió el verdadero significado de la expresión muggle: "Dios los cría y el diablo los junta". La combinación de Draco y Jason, tan similares como diferentes, le pareció uno de los grandes misterios de la vida. Por eso, cuando no vio a ninguno de los dos en el Gran Comedor para la cena, se preocupó. No tanto por ellos, sino porque cualquier cosa que aquellos dos estuvieran tramando seguro no era buena señal.

Durante la cena, Tim mantuvo un oído atento, esperando algún alboroto o una broma dirigida a los profesores, pero la ausencia de ambos persistía, y eso lo inquietaba. Finalmente, con decisión, se levantó y se acercó a la mesa de los Gryffindor.


-Potter, necesito hablar contigo -dijo Tim, señalando con la cabeza para que Harry lo siguiera-. A solas.


Harry lo miró con cierta desconfianza. Entre todos los hermanos Wayne, Tim era al que peor le caía. Podría jurar que le caía mejor a Damian que a Tim y eso ya dejaba mucho que decir. En contadas ocasiones le había dirigido la palabra, y siempre con esa expresión como si Harry estuviera robándole algo. Quiso responderle que no tenía ningún interés en hablar, pero pensó que Draco se enfadaría si era grosero con uno de los Wayne.


-Claro, Tim -contestó Harry con suavidad, levantándose de la mesa y siguiéndolo fuera del comedor. Todos en su propia casa lo miraban ya como a un enemigo; perder la calma con Tim no ayudaría-. ¿Qué sucede?

-No te molestes en fingir que eres amable. Draco no está, y ambos sabemos que no eres el noble niño que aparentas estar frente a él -respondió Tim, sin rodeos.

-Oh, perdona mi intento de ser cordial -Harry rodó los ojos, con sarcasmo y fastidio-. ¿Qué necesitas entonces?

-El mapa, el que muestra a todos en Hogwarts -dijo Tim directamente, extendiendo la mano-. Sé que los gemelos te lo dieron el semestre pasado. También sé que lo usas para espiar a Draco. Necesito encontrar a mis hermanos, porque, por si no lo has notado, ni Jason ni Draco han venido a cenar.

-Actitud muy prepotente para alguien que está pidiendo un favor -murmuró Harry, aunque Tim apenas se inmutó. Después, suspirando, aceptó-. Está bien, te ayudaré. Después de todo, no he visto a Draco en todo el día, ni a Jason desde el final de las entrevistas.


Harry sacó el mapa y, tras tocarlo con su varita, comenzó a revisarlo. Primero miró la Torre de Astronomía, luego el lago, los alrededores del castillo y los pasillos de los primeros dos pisos, pero no había señales de ellos. Al ver a Harry demorarse, Tim perdió la paciencia y le arrebató el mapa de las manos.

WAYNE'S EN HOGWARTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora