El ambiente en la estación de policía estaba tenso, y todos lo sabían. El reciente incidente con el picante había dejado a muchos en shock, pero especialmente a García, quien no podía aceptar el hecho de haber sido descubierto. A lo largo del día, su resentimiento había crecido, y ahora, con el reporte y la suspensión, su enojo era evidente.
Mientras Yoko esperaba a Faye en una de las salas de descanso, revisando algunos apuntes para sus estudios, García entró con una expresión cargada de hostilidad. Sin miramientos, se acercó a ella, y su presencia era inconfundible.
—Así que estás satisfecha, ¿no? —dijo García, cruzando los brazos y mirándola con desdén—. Por tu culpa, tengo una semana de suspensión y un reporte en mi historial. Todo porque viniste aquí a jugar a ser importante.
Yoko lo miró, levantando una ceja, claramente sorprendida pero manteniendo la calma.
—¿Disculpa? Yo no hice nada. Tú fuiste quien tomó la decisión de poner picante en mi comida. No te obligué a nada —replicó, con un tono de firmeza en su voz.
García se río amargamente y dio un paso hacia ella.
—Claro, ahora te haces la inocente. No sé qué le ven a alguien como tú en esta estación. ¿Una pandillera entre policías? Es ridículo —espetó, sin disimular su desprecio.
Yoko, que normalmente mantenía una actitud tranquila, sintió que sus emociones comenzaban a hervir. Aunque entendía que García estaba furioso, no iba a permitir que él la humillara.
— ¿Ridículo? Lo ridículo es que un adulto, un oficial de policía, haga algo tan bajo como sabotear la comida de alguien solo porque no le agrada. ¿Qué clase de profesional eres? —contestó Yoko con dureza.
Los otros oficiales comenzaron a acercarse, atraídos por el alboroto, pero ninguno intervino. García, sin embargo, parecía cada vez más molesto, y su tono subía aún más.
—Tú no tienes idea de lo que significa este trabajo. Ni siquiera deberías estar aquí. Gente como tú solo trae problemas, y eso es lo último que necesitamos en este lugar —gritó, perdiendo toda contención.
Fue en ese momento cuando Faye apareció en la entrada de la sala, escuchando las palabras de García y sintiendo cómo la ira la invadía. Caminó con pasos firmes hasta colocarse entre él y Yoko, y lo enfrentó con una mirada fría.
—García, ya basta. Si tienes algún problema, ven conmigo. Pero no te atrevas a descargar tus frustraciones en alguien que no tiene la culpa de tus errores —dijo Faye en un tono frío, que hizo que García retrocediera.
García, dándose cuenta de la presencia de Faye y de los otros oficiales que lo observaban, intentó justificarse.
—Pero, Faye... ella no debería estar aquí. Todo este conflicto es por su culpa —balbuceó, su tono debilitándose.
Faye lo miró con dureza y negó con la cabeza.
—El único culpable de tu suspensión eres tú, García. Asume la responsabilidad de tus acciones en lugar de buscar a quién culpar. Yoko está aquí porque el jefe y yo confiamos en ella, y es bienvenida siempre que lo desee.
El jefe de la estación, quien también había llegado y escuchó la discusión, intervino.
—García, ven a mi oficina. Necesitamos hablar de tu comportamiento, y si esto continúa, las consecuencias serán mucho mayores —dijo, en un tono de advertencia que dejó claro que el asunto no quedaría ahí.
Mientras García se alejaba con la cabeza gacha, Yoko miró a Faye y al jefe, sintiendo una mezcla de gratitud y alivio.
—Gracias, Faye. Gracias por creer en mí —susurró Yoko.
Faye se mostró alarmante y le puso una mano en el hombro.
—Siempre. Nadie tiene derecho a tratarte así. Aquí estás segura, Yoko, y nunca estarás sola.
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Entre Lados: Amor y Ley
FanfictionEn un barrio donde las pandillas son parte del paisaje urbano, Faye es una oficial de policía comprometida con su deber. Su vida da un giro inesperado cuando se cruza con Yoko, una joven inteligente y decidida, atrapada en una pequeña pandilla que s...