4 El guardián inesperado

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Esa noche, después de aquel incidente, Yoko volvía a casa con una mezcla de emociones: aliviada por haber salido bien de aquella situación, pero también inquieta. La intervención de Faye había sido un recordatorio de que la vida en las calles podía tornarse impredecible, y aunque intentara mantenerse alejada de problemas mayores, el peligro parecía seguirla.

Cuando llegó a la entrada de su edificio, observó un coche estacionado al otro lado de la calle. Las luces estaban apagadas, pero Yoko reconoció la silueta de la camioneta de Faye. Se quedó inmóvil un momento, cruzando los brazos y sonriendo con una mezcla de sorpresa y diversión. Decidió caminar hasta el vehículo, golpeando suavemente la ventanilla. Faye bajó el cristal, mirando a Yoko con su habitual expresión de seriedad.

Yoko: (sonriendo) ¿Vas a seguirme toda la noche? Puedo invitarte a un café, ¿sabes?

Faye: (haciendo una pausa) No es necesario. Solo quería asegurarme de que llegaras bien.

Yoko: (arqueando una ceja) ¿Asegurarte? Pensé que yo era solo una "pandillera problemática."

Faye: (suspirando) Puede que seas parte de una pandilla, pero nadie merece pasar por situaciones como la de hoy.

Yoko sonrió, tocando levemente el marco de la ventanilla del coche. Por un segundo, sintió que la preocupación de Faye iba más allá del deber de una oficial; era casi personal.

Yoko: (con tono suave) Gracias, Faye. En serio. Y no me refiero solo a lo de hoy.

Faye: (sin mirarla directamente) Solo mantente fuera de problemas, Yoko. No puedo estar siempre cerca para salvarte.

Yoko: (riendo) Bueno, intenté no meterme en problemas, pero ellos me encuentran. A veces siento que el mundo es muy pequeño.

Faye: (mirándola a los ojos) Entonces, haz que se haga más grande. Termina tus estudios y encuentra un lugar donde quieras estar, lejos de las calles.

Yoko asintió lentamente. No era la primera vez que alguien le decía algo similar, pero viniendo de Faye, las palabras parecían más reales. La oficial arrancó el motor de la camioneta, sin despegar la mirada de Yoko.

Faye: (en tono serio) Buenas noches, Yoko. Intenta descansar.

Yoko se despidió con un gesto, observando cómo la camioneta se alejaba en la oscuridad de la calle. Regresó a su apartamento, sintiéndose, por primera vez en mucho tiempo, protegida en su propio vecindario. Las palabras de Faye seguían resonando en su mente, y se preguntaba si realmente era posible apartarse de aquel estilo de vida.

Entre Lados: Amor y LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora