3 Máscara y esencia

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La mañana estaba nublada cuando Yoko caminaba por las calles hacia la universidad. Había salido temprano, ajustando su chaqueta negra y colocándose los auriculares, perdiéndose en su propia música mientras atravesaba el vecindario. A pesar de su estilo despreocupado y la vida con su pandilla, Yoko era una de las mejores estudiantes de su clase, y siempre se esforzaba por llegar a tiempo y dar lo mejor de sí en sus estudios.

A mitad de camino, notó que el ambiente estaba extrañamente silencioso, lo cual hizo que su instinto se activara. Entonces, de un callejón a su izquierda, tres hombres aparecieron de la nada. No parecían ser de su grupo ni de otro que ella conociera. Al contrario, eran extraños para ella, y sus miradas hablaban de intenciones oscuras.

Asaltante 1: (con tono amenazante) Hey, niña. ¿A dónde crees que vas tan rápido?

Yoko intentó dar un paso atrás, pero otro de los hombres se colocó en su camino. La rodearon, y uno de ellos incluso sacó una navaja, girándola lentamente entre sus dedos para intimidarla. A pesar de la adrenalina que ahora sentía, intentó mantener la calma.

Yoko: (con voz firme) No tengo nada que les interese. Déjenme pasar y no habrá problemas.

Pero su advertencia solo los hizo reír. Uno de ellos intentó acercarse aún más, empujándola hacia la pared y apretando su hombro contra ella.

Asaltante 2: (burlón) Oh, claro, ¿y qué vas a hacer si no lo hacemos? Apuesto a que no tienes nada para defenderte.

Yoko mantuvo la calma, calculando sus opciones. Sabía que tenía una navaja en su mochila, pero sacarla podría ser arriesgado en este momento. Justo cuando la situación parecía volverse más peligrosa, una voz familiar y fuerte interrumpió la escena.

Faye: (gritando desde el otro lado de la calle) ¡Suéltala ahora mismo!

Los asaltantes giraron la cabeza y vieron a Faye, avanzando decidida hacia ellos, con su placa visible y una expresión de furia en el rostro. La policía no perdió tiempo y comenzó a caminar rápidamente hacia ellos, intimidándolos con su presencia.

Asaltante 3: (nervioso) ¡Es la policía! Vámonos.

Los tres hombres soltaron a Yoko de inmediato y huyeron por el callejón antes de que Faye pudiera alcanzarlos. Yoko observó cómo desaparecían en la distancia, y luego miró a Faye, que ya estaba junto a ella, evaluándola rápidamente para asegurarse de que estaba bien.

Faye: (con preocupación) ¿Estás bien? No te lastimaron, ¿verdad?

Yoko: (con una media sonrisa) No, tranquila. Iba a encargarme de ellos. Pero... supongo que me salvaste el día, oficial.

Faye frunció el ceño, observando la expresión desafiante en el rostro de Yoko.

Faye: (cruzando los brazos) ¿Encargarte? Esto no es un juego, Yoko. Caminar sola por aquí puede ser muy peligroso, especialmente si te metes con gente desconocida. No siempre podrás salir con facilidad.

Yoko: (mirándola con sinceridad) No es que me encante, pero tengo que estudiar. La universidad no queda tan lejos y, siendo honesta, tengo que ahorrar hasta para el transporte.

Faye parpadeó, un poco sorprendida al oír la palabra "universidad" en boca de Yoko. No podía negar que esta chica la intrigaba cada vez más.

Faye: (sorprendida) ¿Estudias?

Yoko: (asintiendo) Sí, oficial. Aunque vista así, mi vida no es solo la pandilla. Estoy en una buena posición en la universidad y no voy a dejar que ni una pandilla ni un par de rateros me alejen de lo que quiero.

Por primera vez, Faye notó la seriedad en la mirada de Yoko. No era solo una chica rebelde metida en problemas, sino alguien con metas y un lado inesperado. La oficial respiró profundo, considerando sus palabras.

Faye: Está bien. Pero, la próxima vez, llámame si necesitas ayuda. Tienes suerte de que estuviera cerca.

Yoko: (sonriendo) ¿Estabas siguiéndome?

Faye: (murmurando) Solo hacía mi trabajo.

Ambas se miraron un momento, hasta que Yoko rompió el silencio con una pequeña risa. Luego, al ver la hora, se despidió de Faye con una inclinación de cabeza.

Yoko: Gracias de nuevo, Faye. Nos vemos en otra de tus rondas, supongo.

Mientras Yoko se alejaba, Faye se quedó mirándola, sintiendo que aquella chica había dejado una nueva impresión en ella.

Entre Lados: Amor y LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora