La noticia del beso entre Faye y Yoko corrió como pólvora por la estación. Los compañeros de Faye bromeaban sobre cómo, después de tanto tiempo de verla sola y enfocada en su trabajo, la oficial de actitud dura y seria finalmente había dejado ver una faceta más vulnerable. Aunque la mayoría lo tomaba con humor y comentarios amistosos, sabían que García no se quedaría tranquilo, y más de uno estaba listo para intervenir si intentaba molestar a las chicas.
Esa mañana, Faye y Yoko estaban en la sala de archivos revisando algunos documentos cuando escucharon la voz de García acercarse. Entró con paso firme y un tono irónico que intentó llenar la sala.
—¿Así que era verdad? La pandillera logró ablandar el corazón de la oficial de hierro. ¿Hasta dónde piensas llegar, Faye? ¿A dejar que nos humille por completo esta... aprendiz?
Faye se giró y lo miró con una expresión firme, respondiendo con voz calma pero decidida:
—Lo único que humilla a esta estación es la actitud de un policía que se enfoca más en atacar a una persona que en cumplir con su trabajo. Yoko no necesita probarte nada, García. Es una buena persona y está aquí por una razón.
Antes de que García pudiera replicar, uno de los oficiales que trabajaba cerca, Franco, intervino:
—Ey, García, ¿Cuál es tu problema? Yoko ha demostrado más carácter que muchos, y su presencia no es un asunto tuyo. Si ella está aquí, es porque tiene el potencial para estarlo.
Otro oficial, Luisa, asintió y agregó, mirando a García con desaprobación:
—Exacto, García. Si te molesta que Faye y Yoko se lleven bien, el problema es tuyo, no de ellas. No necesitamos un ambiente de juicio aquí. Además, Mejor preocúpate por hacer tu trabajo.
García, frustrado, soltó una carcajada amarga, intentando mantener su postura.
—Claro, claro. Todos ciegos. Pero no esperen que me quede callado cuando una pandillera como ella esté aquí, fingiendo que merece respeto.
Yoko, que hasta ahora había permanecido en silencio, intervino con serenidad:
—Mira, García, si tienes un problema conmigo, dilo sin involucrar a Faye ni a nadie más. No estoy aquí para molestar a nadie, sino para aprender. Y si no puedes lidiar con eso, tal vez el problema no sea mío.
García estaba a punto de responder, pero en ese instante el jefe entró en la sala. La atmósfera cambió al instante, y todos volvieron su atención hacia él. Sin rodeos, el jefe miró directamente a García:
—García, ¿no tienes trabajo que hacer? ¿O necesitas que te recuerde por qué estás aquí? La próxima vez que hagas un comentario despectivo a cualquiera de tus compañeros, ten por seguro que habrá consecuencias.
Con una última mirada de descontento hacia Yoko y Faye, García se retiró, claramente molesto. Una vez que se fue, el jefe se volvió hacia las chicas, con una expresión seria pero comprensiva.
—Escuchen, sé que la situación no es fácil, pero estamos aquí para cumplir un deber. Faye, confío en tu juicio, y Yoko, confío en que darás lo mejor de ti. Así que sigamos adelante y dejemos que el trabajo hable por sí mismo.
Faye y Yoko asintieron, aliviadas y agradecidas por el respaldo del jefe y de sus compañeros. Desde ese momento, Faye decidió que, mientras tuviera la confianza de su equipo y el apoyo de Yoko, no permitiría que nadie afectara su relación.
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Entre Lados: Amor y Ley
FanfictionEn un barrio donde las pandillas son parte del paisaje urbano, Faye es una oficial de policía comprometida con su deber. Su vida da un giro inesperado cuando se cruza con Yoko, una joven inteligente y decidida, atrapada en una pequeña pandilla que s...