42 Temores Silenciosos

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Las semanas desde que anunciaron su relación en la estación habían pasado en paz, casi con una extraña tranquilidad. Faye y Yoko continuaron sus días entre guardias, operaciones y momentos compartidos, mientras recibían el apoyo de sus compañeros. Pero había una preocupación silenciosa, un temor escondido que ambas llevaban, aunque ninguna se atreviera a mencionar.

Ser policía significaba vivir cada día con el riesgo a cuestas, y ahora, ese miedo estaba teñido por el amor que sentían la una por la otra. No era solo la adrenalina de las misiones peligrosas, ni el riesgo de los enfrentamientos; era la incertidumbre de si podría verse al final de cada jornada. Cada vez que alguna salía en una patrulla o recibía un llamado de emergencia, la otra se quedaba con el corazón en un hilo, aunque finge serenidad.

Ambas intentaron desahogar sus pensamientos en privado, hablando de forma individual con el psicólogo de la estación. Cada una expresó sus temores, sus dudas y la necesidad de proteger a la otra por encima de cualquier cosa. El psicólogo, después de escucharlos atentamente, les dio un consejo simple pero difícil de llevar a cabo: que hablaran entre ellas, que compartieran sus miedos y enfrentaran juntos lo que sentían.

Sin embargo, ninguna se decidió a dar ese paso. Temían que, al hablar del tema, la preocupación se volviera más real, que sus miedos se materializaran y afectaran su relación. Así que, en silencio, continuaron viviendo esos días con el corazón dividido entre el amor y el miedo, esperando que, de alguna manera, las palabras que no decían pudieran ser suficientes para mantenerse fuertes.

En cada abrazo al terminar el turno, en cada mirada de despedida antes de una misión, el sentimiento estaba ahí: una promesa muda de protegerse, de regresar a salvo y, sobre todo, de mantenerse juntas sin importar lo que el trabajo les demandara.

Entre Lados: Amor y LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora