Entre Lados: Amor y Ley

33 Ultimo Examen

El día del último examen finalmente llegó, y Faye estaba lista para apoyar a Yoko en todo lo que necesitara. Esa mañana, apareció en el departamento con un desayuno nutritivo, evitando cualquier cosa con cafeína. Encontró a Yoko despierta pero exhausta, con las ojeras más marcadas que nunca y una mezcla de nervios y determinación en sus ojos.

—Hoy es el día, pequeña —le dijo Faye, dándole un abrazo suave—. Te espera un gran logro al final de esto.

Yoko alarmantemente con timidez, agradecida por el apoyo constante de Faye. Después de desayunar, se despidieron con un beso en la mejilla que prometía más de lo que las palabras podían expresar.

En la estación, el ambiente era de expectativa. Los compañeros de Faye estaban ansiosos por saber cómo le iría a Yoko en ese último examen. Incluso el jefe parecía distraído, revisando su reloj y preguntando a Faye si había tenido noticias de ella. García, como siempre, lanzó uno de sus comentarios, intentando restar importancia al asunto, pero esta vez, nadie le prestó atención.

La tarde se hizo eterna, pero finalmente, sonó el teléfono de Faye. Era un mensaje de Yoko: "Lo logré". La alegría en las dos palabras era palpable, y Faye sintió una mezcla de orgullo y alivio. Rápidamente compartió la noticia con sus compañeros, quienes celebraron con vítores y aplausos.

—Es una gran noticia, Faye —dijo el jefe, sonriendo—. Dile a Yoko que estamos orgullosos de ella y que la esperamos para su bienvenida oficial.

Al terminar su turno, Faye se apresuró a ir al departamento de Yoko. Al abrir la puerta, la encontró recostada en el sillón, agotada pero con una sonrisa de satisfacción. Sin decir palabra, Faye se acercó, se sentó junto a ella y la abrazó.

—Sabía que lo lograrías —le susurró con ternura—. Estoy tan, tan orgullosa de ti.

Yoko, emocionada, se acurrucó en el abrazo de Faye, sintiendo el peso de todos esos días de esfuerzo y presión finalmente liberarse. Estaban juntas, y para ella, eso era lo más importante.

—Gracias, Faye... por estar aquí, siempre —dijo Yoko, mirándola con gratitud y algo más en sus ojos.

Ambas compartieron una sonrisa cargada de promesas. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, Yoko durmió profundamente, sabiendo que tenía un futuro brillante y que no estaba sola.