7: Una noche inesperada

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La noche estaba tranquila, y Yoko aprovechaba para relajarse con su grupo de amigos. La mayoría estaba en su propio mundo, algunos fumando cigarrillos y otros simplemente hablando de los eventos de la semana. Yoko, sin embargo, tenía una Coca Cola en la mano y su mochila aún colgada de un hombro, ya que volvía de un largo día de estudios.

De repente, la calma fue interrumpida cuando un par de patrullas se detuvieron en la esquina, y de ellas descendieron varios policías que se dirigieron directamente hacia el grupo. Los amigos de Yoko intentaron actuar indiferentes, pero la tensión era palpable. Sin decir mucho, los oficiales se acercaron a Yoko.

Policía 1: (en tono brusco) Tú, la de la mochila. Ven con nosotros, tenemos algunas preguntas.

Yoko levantó la vista, sorprendida y un poco confundida. Intentó preguntar de qué se trataba, pero no le dieron oportunidad. Sin miramientos, los policías la llevaron al auto y se la llevaron a la estación. Sus amigos miraron en silencio, sabiendo que cualquier intento de intervenir solo empeoraría las cosas.

Esa noche, Faye se encontraba en casa, ajena a lo que estaba pasando, ya que no tenía guardia. Estaba en su pequeña sala leyendo un libro cuando escuchó un par de golpes suaves en la puerta. Al abrir, se encontró con un par de chicos de la pandilla de Yoko, quienes la miraban con seriedad.

Pandillero 1: (sin rodeos) Faye, la policía se llevó a Yoko. No estaba haciendo nada malo, solo estaba ahí con nosotros. Pensamos que querías saber.

Faye frunció el ceño, claramente preocupada. Agradeció a los chicos con un ligero asentimiento y se preparó para salir.

Faye: (antes de irse) Gracias por venir a decírmelo. Y chicos, no tienen que temerme. Sé que solo se reúnen y no hacen nada malo, así que no tienen de qué preocuparse conmigo. No todos los policías asumimos lo peor de ustedes.

Los chicos intercambiaron miradas, sorprendidos por la actitud de Faye. Era inusual escuchar esas palabras de un oficial, y mucho menos de alguien con la reputación y el respeto que tenía Faye en el vecindario.

Rápidamente, Faye se dirigió a la estación. Al llegar, notó que algunos oficiales la miraban con curiosidad. Supo en ese instante que el rumor sobre su conexión con Yoko podría estar extendiéndose, pero no le importó. Fue directamente al área de detención y habló con el oficial a cargo.

Faye: (con tono firme) Quiero saber bajo qué motivos arrestaron a la chica que trajeron hace poco, Yoko.

Oficial: (encogiéndose de hombros) La encontramos en la calle con un grupo de sospechosos. Supusimos que estaba involucrada en alguna actividad, pero todavía no tenemos cargos concretos.

Faye sintió un nudo en el estómago. Sin esperar más, exigió que Yoko fuera liberada, ya que no tenían evidencia de ninguna infracción. Después de varios minutos de discusiones, los oficiales cedieron y la dejaron entrar para hablar con Yoko antes de que la soltaran.

Faye: (mirando a Yoko con preocupación) ¿Estás bien?

Yoko: (tratando de sonar despreocupada) Sí, estoy bien, solo... es frustrante sabes. No estaba haciendo nada malo, pero parece que ser parte de una pandilla es suficiente para que asuman lo peor.

Faye suspiró, viendo en Yoko una mezcla de frustración y resignación.

Faye: (con seriedad) Voy a asegurarme de que esto no vuelva a suceder sin razón. Pero, Yoko... quiero que me prometas que si sientes que algo no va bien, me lo digas. No estás sola en esto, ¿vale?

Yoko asintió, sorprendida por el apoyo de Faye. Mientras salían de la estación, el ambiente entre ellas se sentía diferente, como si la relación oficial-civil hubiera empezado a romperse para dar paso a una confianza más genuina.

Entre Lados: Amor y LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora