19 Sospechas y Confrontaciones

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Tras el incidente en la sala de descanso, el jefe decidió  que era momento de confrontarlo en privado. Llamó a García a su oficina, esperando que el oficial entendiera de una vez las consecuencias de su comportamiento.

Sin embargo, apenas entró y cerró la puerta, García no perdió tiempo en exponer su descontento.

—Jefe, no puedo entenderlo. Estamos aquí para proteger a la comunidad, y usted permite que esa... pandillera esté en la estación como si fuera uno de nosotros —comenzó, con un tono de irritación que no disimulaba.

El jefe se recostó en su silla y lo observó con calma, pero su voz fue firme al responder.

—Esa "pandillera" es una joven que ha decidido tomar un camino diferente, García. Estudia criminología y está interesada en la ley. Es más que capaz de decidir su propio destino, igual que tú o yo.

García bufó, dejando ver su frustración y escepticismo.

—¿De verdad se lo cree? Ella está jugando con nosotros, estoy seguro. Y lo peor es que Faye le sigue el juego. ¡Las he visto! —dijo, levantando la voz—. ¿Sabe cuantas veces la ha defendido? No es normal, jefe. Estoy seguro de que en unas semanas, si no es que ya, Faye y ella van a ser... más que amigas.

El jefe lo observará un momento en silencio, manteniendo su mirada fija.

—Y aunque fuera así, ¿Qué es lo que te preocupa tanto, García? —preguntó, cruzando los brazos—. ¿O es que tienes un problema con cómo Faye hace su trabajo?

García pareció retroceder un poco, pero no bajó la guardia.

—Jefe, usted sabe que respeto a Faye como policía, pero no creo que esté actuando con la cabeza. Esa chica es una distracción y un riesgo para la estación. ¿Qué pasará cuando alguien descubra que un oficial mantiene amistad —o más que eso— con una pandillera?

El jefe soltó un suspiro, cansado de las insinuaciones y la hostilidad constante de García.

—García, te estás dejando llevar por tus prejuicios. Faye ha demostrado su profesionalismo en cada caso y, sinceramente, tú deberías aprender de eso en lugar de cuestionarla por tus posiciones infundadas —dijo en tono serio—. Ella es responsable de sus propias decisiones. Y si Yoko, que no ha cometido delito alguno, decide pasar tiempo con Faye, eso no es asunto tuyo.

García se quedó sin palabras por un instante, su rostro enrojecido de ira y frustración.

—No puedo creer que vaya a permitir esto. Cuando esto salga mal, y esa chica cause problemas, no me venga a decir que no se lo advertí.

El jefe lo miró con dureza.

—Lo que va a salir mal aquí es tu actitud, García. Y si sigues interfiriendo en los asuntos de Faye y Yoko sin justificación, va a ser motivo suficiente para un segundo reporte en tu historial. ¿Está claro?

García apretó los dientes, sin poder ocultar su descontento. Sabía que no podía responder sin empeorar las cosas, así que simplemente ascendió y salió de la oficina sin mirar atrás. A medida que se alejaba, su rabia crecía aún más. Pero no podía ignorar la posibilidad de que sus sospechas tuvieran algo de verdad.

Lo que García no sabía era que, más allá de sus prejuicios, Faye y Yoko estaban uniendo sus vidas, no solo como compañeras de confidencias, sino como dos personas dispuestas a demostrar que no siempre la apariencia define quién eres ni con quién puedes estar.

Entre Lados: Amor y LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora