Esa noche, después de la salida que compartieron, Faye decidió llevar a Yoko a su apartamento. La atmósfera entre ambas se sentía tranquila, aunque Faye ocultaba una mezcla de emociones que la habían acompañado desde que dio aquel beso en la estación para callar a García.
Cuando llegaron al apartamento, Yoko se dejó caer en el sofá con una sonrisa, cansada pero feliz. Faye, sin embargo, se quedó de pie en la puerta, mirándola en silencio.
—¿Qué pasa? —preguntó Yoko, notando la mirada pensativa de Faye.
Faye se tomó un respiro profundo y, con cierta seriedad, se acercó para sentarse junto a ella. Sintió cómo las palabras le quemaban en la garganta, y supo que ya no podía seguir guardando aquello que llevaba tanto tiempo escondido.
—Yoko... —dijo con un tono suave—. Hay algo que necesito decirte.
Yoko la miró, esperando en silencio, mientras Faye entrelazaba sus propios dedos, como buscando fuerzas para lo que estaba a punto de confesar.
—Lo que pasó en la estación, ese beso que te di frente a García... no fue solo para callarlo. —Faye hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Fue porque realmente no puedo seguir ocultando lo que siento por ti.
Yoko parpadeó, sorprendida, sin decir nada. Faye continuó, su voz llena de sinceridad.
—Te he visto pasar por tantas cosas, enfrentarte a tus miedos, ser fuerte ante personas que intentaron derrumbarte... y con cada día que pasaba, me encontraba queriéndote más y más. —Faye soltó un suspiro, aliviada de poder finalmente decirlo en voz alta—. Me gustas mucho, Yoko. No espero nada de ti a cambio, solo quería que lo supieras... que supieras que alguien te ve y te quiere por todo lo que eres.
La confesión quedó suspendida en el aire, como un secreto delicado entre ambas. Yoko, con una mezcla de sorpresa y emoción, sintió cómo su corazón aceleraba.
—Faye... —murmuró, con una sonrisa que apenas podía ocultar—. Yo... no sabía que te sentías así.
Faye se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa nerviosa.
—Sé que puede ser un poco inesperado. Pero no podía seguir guardándomelo. Entenderé si no sientes lo mismo, en serio. Solo quería ser honesta contigo.
Yoko la miró, sintiendo cómo sus palabras se le clavaban en el corazón, y sin decir nada más, se acercó y le tomó la mano.
—Faye... —susurró, inclinándose hacia ella—. También me gustas. Lo que tienes, esa fuerza, esa valentía, el modo en que me has cuidado, en cómo me haces sentir segura... es algo que aprecio profundamente. —Se inclinó un poco más y le rozó la mejilla con los labios—. Solo necesitaba que tú lo dijeras primero.
Ambas sonrieron, y sin más palabras, se fundieron en un beso lleno de promesas y cariño. La tensión se disipó entre ellas, dejando espacio para la calidez de lo que acababan de compartir. Esa noche, sin dudas, ambas supieron que no volverían a estar solas mientras se tuvieran la una a la otra.
Esa noche, después de la salida que compartieron, Faye decidió llevar a Yoko a su apartamento. La atmósfera entre ambas se sentía tranquila, aunque Faye ocultaba una mezcla de emociones que la habían acompañado desde que dio aquel beso en la estación para callar a García.
Cuando llegaron al apartamento, Yoko se dejó caer en el sofá con una sonrisa, cansada pero feliz. Faye, sin embargo, se quedó de pie en la puerta, mirándola en silencio.
—¿Qué pasa? —preguntó Yoko, notando la mirada pensativa de Faye.
Faye se tomó un respiro profundo y, con cierta seriedad, se acercó para sentarse junto a ella. Sintió cómo las palabras le quemaban en la garganta, y supo que ya no podía seguir guardando aquello que llevaba tanto tiempo escondido.
—Yoko... —dijo con un tono suave—. Hay algo que necesito decirte.
Yoko la miró, esperando en silencio, mientras Faye entrelazaba sus propios dedos, como buscando fuerzas para lo que estaba a punto de confesar.
—Lo que pasó en la estación, ese beso que te di frente a García... no fue solo para callarlo. —Faye hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Fue porque realmente no puedo seguir ocultando lo que siento por ti.
Yoko parpadeó, sorprendida, sin decir nada. Faye continuó, su voz llena de sinceridad.
—Te he visto pasar por tantas cosas, enfrentarte a tus miedos, ser fuerte ante personas que intentaron derrumbarte... y con cada día que pasaba, me encontraba queriéndote más y más. —Faye soltó un suspiro, aliviada de poder finalmente decirlo en voz alta—. Me gustas mucho, Yoko. No espero nada de ti a cambio, solo quería que lo supieras... que supieras que alguien te ve y te quiere por todo lo que eres.
La confesión quedó suspendida en el aire, como un secreto delicado entre ambas. Yoko, con una mezcla de sorpresa y emoción, sintió cómo su corazón aceleraba.
—Faye... —murmuró, con una sonrisa que apenas podía ocultar—. Yo... no sabía que te sentías así.
Faye se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa nerviosa.
—Sé que puede ser un poco inesperado. Pero no podía seguir guardándomelo. Entenderé si no sientes lo mismo, en serio. Solo quería ser honesta contigo.
Yoko la miró, sintiendo cómo sus palabras se le clavaban en el corazón, y sin decir nada más, se acercó y le tomó la mano.
—Faye... —susurró, inclinándose hacia ella—. También me gustas. Lo que tienes, esa fuerza, esa valentía, el modo en que me has cuidado, en cómo me haces sentir segura... es algo que aprecio profundamente. —Se inclinó un poco más y le rozó la mejilla con los labios—. Solo necesitaba que tú lo dijeras primero.
Ambas sonrieron, y sin más palabras, se fundieron en un beso lleno de promesas y cariño. La tensión se disipó entre ellas, dejando espacio para la calidez de lo que acababan de compartir. Esa noche, sin dudas, ambas supieron que no volverían a estar solas mientras se tuvieran la una a la otra.
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Entre Lados: Amor y Ley
FanfictionEn un barrio donde las pandillas son parte del paisaje urbano, Faye es una oficial de policía comprometida con su deber. Su vida da un giro inesperado cuando se cruza con Yoko, una joven inteligente y decidida, atrapada en una pequeña pandilla que s...