11 de marzo de 2012. 22:00.
Malú llegó en taxi al lugar que le habían indicado hacía ya quince minutos, pero ni Pablo Alborán ni Alejandro Sanz estaban allí. Había quedado con ambos para tomar algo, y fue Alborán quien les recomendó ir a un local de un amigo suyo. Y ahí estaba ella, esperando en la puerta del bar. El local estaba medio lleno y dentro se respiraba un ambiente de fiesta. Era un bar sencillo, sin terraza, solo había dos taburetes en la entrada junto a una mesa. Desde fuera, parecía tener un tamaño normal, ni muy pequeño ni muy grande.
Observó con atención al chico moreno que salió a recoger los ceniceros que estaban encima de la mesa, los vació en la papelera y le sonrió antes de volver a entrar. Ella no le devolvió la sonrisa, ni siquiera lo conocía, y el hecho de que recogiera dos ceniceros apenas llenos le pareció una excusa para observar quién era ella y qué hacía ahí sola.
—¡Por fin! —dijo ella cuando vio a sus dos amigos bajar de un taxi—. ¿De verdad tenemos que entrar aquí? Ha salido un baboso a mirarme detenidamente mientras tiraba unas colillas de unos ceniceros que ni siquiera estaban llenos.
—Hola, eh… —respondió Alborán—. Es el cumpleaños de un colega, Lula. Te he traído porque necesitas salir, ¿no? Además, él dará un concierto, seguro que te encanta.
—¿Pablo o el concierto? —preguntó Alejandro con una sonrisa.
—Quizás ambos —contestó Alborán.
—No quiero nada esta noche, salgo para divertirme, no para estar ligando con tíos.
Malú resopló y, sin esperar respuesta, se adelantó hacia la puerta. Pablo Alborán y Alejandro se miraron con una sonrisa cómplice antes de seguirla.
—¡Ahí está el cumpleañero! —exclamó Alborán mientras señalaba al chico que había visto antes Malú.
El chico que anteriormente había salido cuando ella esperaba a los chicos se encontraba en la esquina del pequeño escenario, ajustando un micrófono con expresión concentrada. En ese momento levantó la vista y, al reconocer a sus amigos sonrió de oreja a oreja, bajándose de un salto del escenario.
—¡Por fin llegáis! —dijo Pablo abrazando a ambos bajo la atenta mirada de Malú.
Entonces se giró hacia Malú, quien lo observaba con los brazos cruzados, mirándolo con una mezcla de intriga y desconfianza. Pablo, notando la mirada inquisitiva, sonrió aún más.
—Y tú eres la famosa Malú, ¿no? —preguntó Pablo mirándola ofreciéndole la mano—.Pablo López, encantado.
Malú dudó un instante, pero finalmente le estrechó la mano con una expresión cautelosa.
—Encantada.
—¿Queréis tomar algo? —preguntó Pablo, los tres asintieron—. Quedan unos diez minutos para la actuación, venid a la barra y os sirvo.
Los cuatro se acercaron a la barra, Malú comenzó a observar con más atención a López, tratando de entender qué veían sus amigos en él, ya que veía en los ojos de ambos una gran admiración. A medida que pasaban los minutos, se dio cuenta de que su carácter sencillo y desenfadado la empezaba a hacer sentir cómoda.
—¿Que quieres tomar? -preguntó López mirándola fijamente.
—Una cerveza, por favor. -contestó ella.
Pablo le sirvió un botellín y, tras entregárselo, se apoyó en la barra con curiosidad.
—¿Y tú a qué te dedicas? —preguntó—. Porque, para ser amiga de estos dos seguro que haces algo importante.
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Entre notas y secretos.
RomanceMalú, una periodista musical de 28 años, asiste a una fiesta en un bar de la capital junto a dos amigos. Esa noche, el dueño del local, Pablo López, un principiante músico de 26 años, celebra su cumpleaños con un concierto especial. La voz de Pablo...