Malú estaba frente a su ordenador, buscando la manera de enlazar las ideas de su próximo artículo. Había días en los que escribir fluía de forma natural, pero hoy, las palabras parecían quedarse atascadas antes de llegar a sus dedos. Fue entonces cuando su móvil vibró, rompiendo el pesado silencio de su despacho.
—¿Elena? —preguntó al contestar, extrañada de recibir una llamada de ella tan temprano.
—¡Malú! —La voz de Elena sonaba enérgica, quizás demasiada para la hora que era—. Necesito verte. ¿Tienes un rato?
—Depende. ¿Qué pasa? —preguntó, notando cierto aire de misterio en el tono de su amiga.
—Te he visto en la lista de periodistas que cubrirán la presentación del disco de Pablo López mañana.
El nombre llegó como un mazazo. Malú se quedó muda durante un instante, procesando lo que acababa de escuchar.
—¿Qué? ¿Cómo? —dijo finalmente, intentando sonar serena, pero su voz tembló.
—Lo que oyes. Estoy revisando los nombres para saber si estoy acreditada y vi tu nombre.
Malú sintió que la garganta se le cerraba. Sabía que Pablo iba a lanzar un nuevo disco, pero jamás pensó que le tocaría a ella cubrir la presentación. ¿Por qué nadie se lo había advertido?
—¿Por qué nadie me dijo que era su disco?
—preguntó más para sí misma que para Elena.—No tengo ni idea. Quizás tu jefa pensó que no era relevante. Pero escúchame, quiero que quedemos.
—¿Para qué? —Malú estaba intentando entender por qué todo aquello le causaba tanta ansiedad.
—He oído algunas de las canciones —dijo Elena con un tono que no dejaba lugar a discusión—, y creo que necesitas escucharlas antes de mañana.
—No sé si es buena idea, Elena...
—Te espero en la cafetería cerca de tu oficina. No tardes, ¿vale?
Malú suspiró. Sabía que, cuando Elena se proponía algo, no había forma de decirle que no.
Elena ya estaba instalada en una mesa junto a la ventana cuando Malú llegó. Tenía una sonrisa amplia en el rostro y una taza de café en las manos. A su lado, un portátil y un par de auriculares le esperaban listos.
—Has tardado, ¿eh? —le dijo mientras le hacía un gesto para que se sentara.
—He tenido que reorganizar mi mañana por esto.
—respondió Malú, dejando caer su bolso sobre la silla de al lado.—No te quejes, lo agradecerás.
Malú arqueó una ceja, dudosa.
—¿Por qué crees que esto es tan importante?
Elena encendió el portátil y seleccionó una carpeta de música antes de mirarla directamente.
—Porque algunas de las canciones de este disco son para ti. Estoy segura.
Malú bufó y cruzó los brazos, intentando mostrarse indiferente.
—Eso es ridículo, Elena.
—¿De verdad lo crees? —Elena arqueó una ceja, desafiante—. Escúchala y luego hablamos.
Malú dudó por un momento, pero finalmente se puso los auriculares. Elena le dio al play, y la canción "Princesa de nadie" comenzó a sonar.
Desde los primeros acordes, algo en Malú se removió. La voz de Pablo era suave, íntima, y las palabras parecían resonar con una precisión dolorosa. La letra hablaba de una mujer atrapada en una relación que la había roto, alguien que había perdido su brillo y su fuerza por amor, pero que poco a poco intentaba recuperar su vida.
Malú cerró los ojos mientras escuchaba, y los recuerdos comenzaron a agolparse en su mente.
La peor noche de su vida, los gritos de Óscar, el miedo constante... Y luego, la forma en que Pablo había aparecido en su vida, ofreciéndole un espacio seguro, mostrándole que podía volver a confiar.
Cuando la canción terminó, se quitó los auriculares en silencio.
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Entre notas y secretos.
RomanceMalú, una periodista musical de 28 años, asiste a una fiesta en un bar de la capital junto a dos amigos. Esa noche, el dueño del local, Pablo López, un principiante músico de 26 años, celebra su cumpleaños con un concierto especial. La voz de Pablo...