Día siguiente. 19:30.
Malú entró al bar con cierta expectación y nerviosismo. El ambiente era diferente al de la primera vez, más relajado y con menos clientes. Sin embargo, a pesar de la calma, no pudo evitar buscar el rostro de Pablo, pero no lo encontró. En lugar de él, detrás de la barra estaba un chico que no había visto antes, con el mismo cabello oscuro y la misma sonrisa amigable.
El joven, que la vio acercarse, la saludó con la mano.
—Hola, ¿te ayudo en algo? —preguntó con amabilidad.
Malú sonrió, algo incómoda. No reconocía al chico, pero era evidente que había una cierta similitud con Pablo, lo que la hizo preguntarse si serían familia.
—Hola, sí... buscaba a Pablo. Me dijo que hoy estaría por aquí.
El chico dejó lo que estaba haciendo y se limpió las manos con un paño antes de responder.
—Pablo todavía no ha vuelto de Barcelona. Llegará un poco tarde, me temo. —Se presentó—. Soy Luis, su hermano.
Malú se sintió un poco avergonzada por no haber supuesto antes que era su hermano. Extendió la mano para estrechar la de Luis.
—Mucho gusto, Luis. Yo soy Malú. —Se rió levemente—. No sabía que tenía un hermano.
Luis sonrió, devolviéndole el apretón de manos con firmeza.
—No me sorprende —dijo bromeando—. Pablo es muy celoso con sus cosas... y supongo que también con sus amigos. Pero ahora me alegra conocerte. Así que... ¿quieres algo mientras esperas?
Malú se acomodó en un taburete y miró el menú, aunque en realidad no estaba tan interesada en pedir algo.
—Una cerveza está bien, gracias —respondió, y mientras Luis se giraba para servirle, ella se dio cuenta de que el bar no estaba tan vacío como había pensado.
En una de las esquinas del local, Antonio Orozco levantaba la mano con una sonrisa amplia. Malú lo reconoció al instante, y un recuerdo de una de las entrevistas que le había hecho unos años atrás le vino a la mente. Siempre había sido un tipo encantador y lleno de humor.
—¡Malú! —exclamó Antonio, acercándose a ella—. ¿Qué haces aquí? Me sorprende verte en un lugar tan discreto.
Malú se echó a reír, la risa aliviando un poco de la tensión que llevaba en el pecho.
—Antonio, qué sorpresa verte a ti también. —Le dedicó una sonrisa—. Pues... vine a ver a Pablo, pero parece que se retrasará.
Antonio, que tenía un talento especial para captar detalles y entender situaciones, arqueó una ceja con curiosidad.
—¿A Pablo, eh? —dijo con una sonrisa pícara—.¿Sabes que había quedado con Pablo hoy? Íbamos a celebrar una posible firma con una discográfica, pero me llamó anoche y me dijo que había cambiado los planes porque había quedado con una persona muy especial que estaba conociendo. —Antonio se detuvo un segundo, observando la reacción de Malú—. Y ahora entiendo quién es esa persona.
Malú sintió un leve rubor subiendo por sus mejillas y no pudo evitar reírse.
—¿De verdad dijo eso? —preguntó sonriendo.
Antonio asintió, con una sonrisa sincera.
—Lo dijo, lo dijo. Así que parece que eres tú la razón por la que he sido sustituido. Pero está bien, me alegra saber que ha sido por alguien como tú. Bueno, ¿y cómo has estado desde la última vez que hablamos? Hace tiempo que no nos cruzamos en ninguna entrevista ni en ningún evento.
ESTÁS LEYENDO
Entre notas y secretos.
RomanceMalú, una periodista musical de 28 años, asiste a una fiesta en un bar de la capital junto a dos amigos. Esa noche, el dueño del local, Pablo López, un principiante músico de 26 años, celebra su cumpleaños con un concierto especial. La voz de Pablo...