Cuando el orgullo cede.

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Viernes, 1 de marzo.

Malú se pasó las manos por los muslos intentando secar el sudor frío que se había instalado en su piel.
Llevaba sentada en el despacho de su abogada más de diez minutos, pero la ansiedad que sentía hacía que cada segundo pesara como una eternidad. Habían pasado tres días desde que Carlota habló con Pablo. Tres días en los que había intentado no pensar en lo que él había contado, en lo que esa conversación podía significar para el juicio.

Pero ahora estaba ahí. Y no podía huir.

Frente a ella, Isabel, su abogada, repasaba unos documentos en la mesa. A su lado, Carlota sostenía su libreta con ambas manos, como si en cualquier momento fuera a necesitar aferrarse a ella.

Malú tragó saliva cuando Isabel rompió el silencio.

—Carlota nos va a poner al día sobre lo que Pablo declaró. Quiero que sepas que no tienes que decir nada si no te sientes preparada, ¿de acuerdo?

Malú asintió con un leve movimiento de cabeza, aunque la sensación en su estómago le decía que no estaba preparada en absoluto.

Carlota la miró con una expresión serena antes de comenzar.

—Pablo confirmó lo que ya sabíamos. Pero también dio más detalles.

Malú apretó los labios.

—Él lo vio. Vio los golpes, las marcas. —continuó Carlota—. Se lo contaste todo aquella vez en Málaga.

—Sí...

—Me contó que Óscar la estaba esperando aquella noche en su casa, que la acorraló en la oscuridad. Le preguntó dónde había estado, y ella intentó mentirle... pero él ya sabía la verdad.

El aire comenzó a volverse denso.

—Le enseñó una foto de ellos besándose. Y luego apagó la luz.

Malú sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Carlota bajó la voz, pero su tono era claro, sin titubeos.

—Dijo que la golpeó, la tiró al suelo y la arrastró por la casa.

Malú se tensó por completo. El despacho comenzó a cerrarse sobre ella. Las luces parecían más fuertes.
El sonido de las palabras de Carlota le taladraba los oídos. No estaba allí. No estaba en el despacho.
Estaba de vuelta en aquella noche. En esa. oscuridad. El sonido de su cuerpo golpeando el suelo. La respiración de Óscar sobre su piel.
El miedo paralizante que la dejó sin voz.

Malú se agarró con fuerza al borde de la mesa.

—No quiero escuchar esto.

Carlota se inclinó ligeramente hacia ella.

—Malú, escúchame.

Pero su cabeza ya no la dejaba escuchar.
Las imágenes en su mente eran demasiado para ella.

Su pecho subía y bajaba de manera irregular, pero no conseguía tomar aire.

—No...

Isabel dejó los papeles y se puso de pie de inmediato.

—Voy a por agua.

Carlota notó cómo las manos de Malú se cerraban en puños, los nudillos blancos por la tensión.

—Malú, respira conmigo. —dijo con calma—. No estás allí.

Pero Malú ya no podía verlas. Solo podía ver a Óscar. A Óscar sobre ella.

Las lágrimas salieron sin que las pudiera contener.

—No puedo... no puedo más...

Carlota tomó sus manos entre las suyas.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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