Los días previos a la partida de Pablo habían sido un torbellino de emociones para Malú. Aunque intentaban verse, las reuniones, los compromisos, y las tensiones crecientes dificultaban cada encuentro. Pablo había insistido, con una mezcla de ternura y ansiedad, en que necesitaba una respuesta sobre el viaje.Pablo: Solo quiero saberlo pronto, Lula. Si vamos juntos, tendría que comprar otro billete, organizarlo todo... pero no quiero presionarte.
No quería presionarla, pero lo hacía, y Malú lo sabía. Por mucho que intentara suavizar sus palabras, Pablo no podía esconder la urgencia detrás de sus ojos. Y ella no podía negarlo más: estaba al borde del colapso.
Después de días donde intentó evitarle y de intentar buscar claridad en sus sentimientos, Malú decidió que necesitaba un consejo, alguien que pudiera hablarle desde un lugar de objetividad. Por eso, esa tarde llamó a Alborán.
—¿Tienes tiempo para un café? Necesito hablar.
Alborán aceptó sin dudarlo, y una hora más tarde, estaban sentados en una terraza discreta, lejos del bullicio.
—Gracias por venir —dijo Malú mientras tomaba asiento frente a Alborán.
Él le dedicó una sonrisa cálida mientras removía su café.
—Cuéntame, ¿qué pasa?
Malú jugueteó con la servilleta durante unos segundos, pensando en cómo empezar.
—Pablo quiere que me vaya con él a Londres.
Alborán arqueó una ceja, dejando la cucharilla en el plato.
—¿A Londres?
—Sí. Me lo pidió hace unos días. Dice que sería bueno para los dos... que podríamos empezar algo juntos lejos de todo este caos.
Alborán tomó un sorbo de su café, estudiando las emociones que pasaban por el rostro de Malú.
—¿Y tú qué opinas?
Malú suspiró, recostándose en la silla.
—No sé. Quiero estar con él, pero...
—¿Pero qué?
Ella se cruzó de brazos, su mirada perdida en el horizonte.
—No estoy preparada. Todo lo que ha pasado con Óscar, el juicio, la denuncia... Aún siento que no soy yo misma. No puedo cargar con todo eso y, además, mudarme a otro país, empezar una nueva vida...
—Te entiendo, pero déjame preguntarte algo... ¿Lo quieres?
El nudo en su garganta volvió de golpe.
—Sí. Lo quiero.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó Alborán con suavidad.
Ella lo miró con frustración.
—El problema es que lo quiero, pero también sé que no estoy bien. Si me voy con él ahora, no será una decisión basada en lo que necesito, sino en lo que él quiere.
Alborán asintió lentamente, apoyando los codos sobre la mesa.
—Es normal sentir que no estás lista. Pero, ¿qué te detiene realmente? ¿Es solo el miedo?
—No es solo miedo. —Ella negó con la cabeza—. Es... todo. La situación con Óscar, mi vida en Madrid, el trabajo en el periódico... He estado luchando tanto por encontrar un poco de estabilidad que la idea de dejarlo todo atrás me abruma. Y sé que Pablo no entiende del todo lo que estoy sintiendo.
—¿Se lo has dicho?
Malú suspiró, jugando nerviosamente con el borde de su taza.
—No del todo. Cada vez que intento explicárselo, él me mira con esos ojos llenos de ilusión, como si todo fuera tan sencillo. Es como si dijera: "Te quiero, tú me quieres, ¿qué podría salir mal?".
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Entre notas y secretos.
RomanceMalú, una periodista musical de 28 años, asiste a una fiesta en un bar de la capital junto a dos amigos. Esa noche, el dueño del local, Pablo López, un principiante músico de 26 años, celebra su cumpleaños con un concierto especial. La voz de Pablo...