Capítulo 30

713 120 7
                                    

Alice tenía la mandíbula apretada, pero me sostenía firmemente mientras yo recuperaba el equilibrio.

—Sanaré bien —le dije en voz baja, notando la oscuridad en sus ojos y la tensión en su cuello. Me tomó un momento darme cuenta de que no estaba respirando. Miré a Rosalie, que observaba a Alice con atención. Mi voz se suavizó. —Alice, ¿quieres irte? Si tienes miedo... —me estremecí al moverme y al sentir cómo se abría una herida.

Podía oler la sangre en el aire; ¿qué debía de estar provocándole a ella?

Sentí una ráfaga de viento y de pronto algo de peso sobre mis hombros. Me sorprendió hasta que reconocí el aroma demasiado intenso de Rosalie.

—Quizá te sientas cómoda de pie, desnuda y sangrando, en un callejón oscuro, pero esto no es mi idea de diversión. Vámonos antes de que los humanos te vean.

Hice una mueca, dándome cuenta de que tenía razón. Sabía lo que los humanos asumirían al vernos y no quería exponer a ninguno de nosotros a esa farsa. La chaqueta de Rosalie iba a quedar arruinada, pero me cubría hasta los muslos. Me esforcé en meter los brazos en las mangas y encontré a Alice ayudándome.

—Puedo hacerlo —la oí murmurar.

Era extraño y no sabía exactamente cómo sentirme al respecto; me era evidente el esfuerzo que hacía por estar ahí para mí, aunque claramente le resultaba difícil. Seguía evitando respirar. Miré a Rosalie con un gesto de impotencia y la vi asentir, frunciendo el ceño mientras miraba la espalda de Alice, todo mientras Alice intentaba abrocharme algunos botones con manos temblorosas.

Observé cómo Rosalie le ponía una mano en el hombro a Alice, y me sorprendió un poco el tono suave y compasivo de su voz.

—¿Por qué no te llevas mi coche a casa y yo llevo a tu mascota en tu coche? —Rosalie suspiró—. Mi teléfono se rompió, así que tendrás que llamar para asegurarte de que Carlisle esté en casa cuando lleguemos.

Hubo algo de discusión antes de que Rosalie me cargara. Hice mi mejor esfuerzo por no soltar un quejido de dolor cuando me levantó y se dirigió corriendo hacia el coche de Alice.

Cuando me volvió a poner en pie para entregarle las llaves a Alice, ella me miró con ojos suplicantes, como si necesitara alguna señal de mí. Me incliné hacia adelante con cuidado, manteniendo mis manos ensangrentadas lejos de ella, y le di un beso en la mejilla.

—¿Puedes encontrar mi billetera? —le pedí, y asintió antes de que Rosalie me ayudara a meterme en el auto.

Antes de que Rosalie pudiera cerrar la puerta, me detuve y volví a mirar a Alice.

—No siento peligro ahora —le dije, y fue increíble ver cómo confiaba en mí, porque su cuerpo pareció relajarse.

En solo unos minutos, Rosalie estaba en la autopista. El coche estaba en silencio, y usé su abrigo, ya arruinado, para presionar contra la herida de mi costado. Era la más profunda y esperaba que fuera la que tardara más en sanar. Me sentía algo expuesta con solo su chaqueta para cubrirme, pero agradecía que hubiera abierto todas las ventanas, aunque fuera solo para su propio beneficio.

—Gracias —murmuré en voz baja, casi perdiendo mis palabras en el viento que entraba por las ventanas.

Miré a Rosalie, que seguía concentrada en el camino sin apartar la vista del parabrisas. Esperé a que dijera algo más, pero el silencio fue suficiente para decirme que no había más que añadir.

—Cuando quieras —susurré en respuesta y luego traté de acomodarme en mi asiento.

Observé las marcas de mordidas en mis brazos y piernas; la chaqueta se había pegado a mí por la sangre que la había empapado.

𝑳𝒐𝒃𝒂 𝑺𝒐𝒍𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂 || 𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏 (𝒈𝒙𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora