Capítulo 33

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Los Ancianos debieron haber creído mi mentira, porque habían pasado dos semanas y no había tenido noticias de ninguno de ellos. O eso, o tenían más paciencia de la que esperaba.

Me estaba esforzando en la escuela, y en el trabajo hacía más que atender el mostrador mientras mi jefa intentaba sacar a la venta el inventario que había tenido almacenado. Erika iba a cerrar la tienda en algún momento, probablemente en un par de meses. Fue honesta al respecto cuando me contrató. Mi sexto sentido me decía que debía trabajar para ella de todos modos, y no me arrepiento. Había dejado de comprar libros nuevos y comenzado a poner carteles de liquidación. No me sorprendería si mantuviera el negocio abierto justo el tiempo suficiente para que yo consiguiera otro empleo después de este semestre.

La campanilla de la puerta llamó mi atención hacia otro par de niños disfrazados, con sus padres detrás. Hice un esfuerzo para no fruncir el ceño ante el pequeño hombre lobo de un metro de estatura, y me concentré en su hermana, la princesa.

—Hola. —Saludé a los padres que llevaban a sus hijos de tienda en tienda para pedir dulces, y entregué caramelos mientras ignoraba el débil gruñido del niño disfrazado de hombre lobo.

******

—Ya me voy —le avisé a Erika, que pasaba con una caja de libros.

Terminé de atender al cliente que estaba pagando antes de ponerme el abrigo; uno que Alice insistió en que debía usar para "integrarme", y me dirigí a la puerta, poniéndomelo como si realmente necesitara la protección del frío. La noche estaba fresca, podía notarlo en cómo la gente caminaba rápido entre las tiendas, con las manos en los bolsillos.

—¿Tienes algún plan divertido para esta noche, querida? —preguntó Erika, y yo sonreí un poco, pensando en la extraña fiesta de Halloween a la que me habían invitado.

—Alice me invitó a su casa —dije y me sonrojé al ver la expresión de Erika, una sonrisa de complicidad—. Su familia va a hacer una fiesta pequeña; solo nosotros y algunas películas de terror malas.

Y estaba segura de que alguien se había asegurado de que al menos una de esas películas tuviera un hombre lobo. Todo era en broma, pero no estaba esperando las bromas que seguramente me harían.

—Eso suena divertido —Erika me sonrió, y me acerqué un poco cuando vi que quería decirme algo más. Su voz bajó de volumen—. ¿Todo va bien entonces, entre ustedes dos y su familia?

Empecé a fruncir el ceño, tratando de entender cuánto sabía Erika, hasta que me di cuenta de que estaba hablando del tema de que Alice y yo éramos novias, no de que éramos enemigos mortales. Le devolví la sonrisa.

—Nadie dice nada al respecto como si fuera algo raro, en absoluto.

—Eso está bien. —Erika me miró con una expresión que me recordaba a mi madre, y yo asentí, tratando de ignorar el nudo que se formaba en mi pecho hasta que se disipó—. Te mereces algo bueno. Alice parece una chica dulce. Espero que todo funcione entre ustedes. —Erika agitó las manos, despidiéndome—. Anda, diviértete.

Al caminar hacia la casa de los Cullen, me sentía algo extraña. Era de noche y no había niños cerca ni tampoco alguno lo suficientemente valiente como para pedir dulces en esa mansión. Sin embargo, Alice había puesto unas calabazas pintadas en el frente. Observé a través de las interminables ventanas y vi que la sala estaba a oscuras, salvo por el parpadeo de lo que debía ser la televisión. El aire fresco apenas lo sentía, pero podía escuchar el sonido de los grillos y otros animalillos en los árboles cercanos, y capté que alguien estaba hablando dentro de la casa.

—Solo recuerda hacerlo en orden —parecía que Edward insistía en eso.

Fue lo único que escuché mientras subía los escalones. Todos dejaron de hablar en cuanto notaron mi presencia.

𝑳𝒐𝒃𝒂 𝑺𝒐𝒍𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂 || 𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏 (𝒈𝒙𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora