Capitulo 68

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La música resonaba en la amplia casa de Louis, donde la fiesta estaba en pleno apogeo. Harry estaba apoyado contra la pared, una copa de whisky en la mano, pero su mirada no podía despegarse de Valentina. Ella estaba en el centro de la pista, riendo y bailando, completamente ajena a su presencia. Su cabello caía en cascada por su espalda, y su sonrisa era tan brillante como siempre, aunque Harry sabía que detrás de ella había algo más.

Valentina se movía con naturalidad, interactuando con distintos chicos que claramente competían por su atención. Harry apretaba la mandíbula cada vez que uno de ellos lograba arrancarle una risa más prolongada de lo habitual.

Louis se acercó con una sonrisa burlona, dándole un codazo.
—Deberías relajarte, amigo. Si sigues mirándola así, se va a dar cuenta.

Harry bebió un sorbo largo antes de responder:
—Que se dé cuenta. No me importa.

Louis arqueó una ceja.
—Sí, claro. Por eso no has dejado de mirar desde que llegó. ¿Vas a hacer algo al respecto o solo vas a quedarte ahí sufriendo?

—Ella no quiere hablar conmigo, Louis —dijo Harry con un tono sombrío—. La bloqueé de mi vida cuando no debía, y ahora me bloqueó de la suya.

Mientras tanto, Valentina terminó su bebida y caminó hacia la barra improvisada para servirse otra copa. Ollie, prima de Kiara, estaba a su lado, y ambas intercambiaban bromas y risas. De repente, Valentina sintió una mirada fija y, al girarse, encontró los ojos de Harry sobre ella.

Por un momento, el tiempo pareció detenerse. Harry no apartó la mirada, y Valentina tampoco. Había algo cargado en el aire, algo que ninguno de los dos podía ignorar. Sin embargo, Valentina fue la primera en romper el contacto visual, volviendo a enfocarse en su bebida. Ollie, notando la tensión, se inclinó hacia ella.
—¿Todo bien?

Valentina asintió rápidamente, aunque su mente estaba lejos de esa afirmación.
—Sí. Vámonos al patio, aquí hay mucha gente.

Harry vio cómo desaparecía hacia la parte trasera de la casa. Louis lo miró expectante.
—Esa es tu señal, amigo. Si no hablas ahora, no sé cuándo tendrás otra oportunidad.

Harry dejó su copa en la mesa más cercana y comenzó a caminar hacia el patio, decidido a no dejar que esta noche terminara sin hablar con Valentina.

Valentina observaba desde la distancia, en la terraza de la fiesta, cómo Harry la miraba una vez más. Aunque su rostro mostraba una mezcla de emoción reprimida y frustración, Valentina no podía soportar más. Esa pelea entre él y JJ, ese caos que había arruinado todo, la hizo sentir más atrapada que nunca. Se había cansado, no solo de sus constantes idas y venidas, sino de las consecuencias de sus acciones.

Cuando Harry se acercó, ella lo miró, esta vez sin sorpresa, como si esperara que llegara, aunque en el fondo lo deseaba menos que nunca.

—¿Qué quieres? —preguntó, sin intentar ocultar su desdén.

Harry, con su rostro cansado y su cuerpo tenso, dudó un momento antes de hablar.
—Necesito que me escuches, Valentina. Sé que todo ha sido un desastre. Estoy harto de cómo se dieron las cosas.

Valentina soltó una risa amarga.
—¿Harto? ¿Ahora te das cuenta de lo que hiciste? No solo a mí, sino también a ti mismo. Tú y JJ se pelearon como dos niños, terminaron en la comisaría, ¡y crees que me voy a quedar aquí esperando a que todo se solucione como por arte de magia!

Harry respiró hondo, sintiendo cómo la rabia crecía dentro de él.
—Lo sé, lo sé... Lo hice todo mal. Pero, ¿qué quieres que haga? ¿Que me quede callado? Te estoy diciendo que lo siento, que me arrepiento de todo, pero no sé cómo más hacerlo.

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