La casa de los Cameron estaba sumida en un silencio profundo. Sarah estaba sola, sentada en el sofá del living, con la luz del televisor iluminando su rostro. Los sonidos de la serie que reproducía no lograban distraerla de los pensamientos oscuros que se arremolinaban en su cabeza. Aunque había hecho esfuerzos por mejorar y aparentar fortaleza, la culpa seguía pesándole como una cadena que no podía romper.
Los recuerdos del aborto volvieron a ella como una avalancha. La decisión que había tomado sin consultar a Niall, el dolor que había sentido al ver cómo su relación con él se desmoronaba, y sobre todo, la sensación de vacío que ahora ocupaba cada rincón de su vida. La culpa la asfixiaba. No podía evitar sentirse una carga, especialmente para Valentina, quien había dejado todo de lado para cuidarla.
Sarah se levantó lentamente del sillón, sus movimientos casi mecánicos. Subió las escaleras con pasos pesados, cada uno un reflejo de la tormenta interna que la consumía. Al llegar al baño, encendió la luz, que brilló fría y cruda contra los azulejos blancos. Se miró en el espejo por un momento, pero no pudo sostener su propia mirada. Todo lo que veía era a alguien que, según ella, había fallado en todos los aspectos de su vida.
Cerró la puerta detrás de ella, giró el grifo de la bañera y dejó que el agua empezara a llenarla. El sonido del agua corriendo llenó el espacio, creando una barrera contra el silencio opresivo de la casa. Sarah se sentó en el borde de la bañera, observando cómo el agua subía lentamente. Su respiración era errática, y las lágrimas empezaron a caer sin control, dejando surcos húmedos en sus mejillas.
Su mente volvió a Niall, a la posibilidad que nunca le dio, al dolor que sabía que él también cargaba. "No soy más que un desastre", pensó, su cuerpo temblando mientras las emociones la arrastraban hacia un lugar oscuro. Se mordió el labio, luchando contra los sollozos que amenazaban con escapar.
Con manos temblorosas, Sarah abrió el botiquín del baño, buscando algo que la ayudara a terminar con el sufrimiento.
Valentina cerró la puerta detrás de ella, sonriendo aún por los momentos compartidos con Harry. Había sido una noche ligera, un respiro necesario de las tensiones que habían llenado las últimas semanas. Se quitó los zapatos en la entrada, con la esperanza de no despertar a Sarah, quien seguramente estaría dormida.
Sin embargo, al dar un paso más hacia las escaleras, algo le llamó la atención: un sonido persistente, casi hipnótico. Agua.
Su sonrisa desapareció al instante, y el frío del miedo comenzó a recorrerle el cuerpo. ¿Qué estaba pasando? Caminó rápidamente hacia las escaleras, subiendo de dos en dos los escalones. Al llegar al pasillo, el pánico la golpeó con fuerza.
El agua se deslizaba por debajo de la puerta del baño, formando pequeños charcos que se expandían por el suelo de madera. Valentina corrió hacia la puerta con el corazón en la garganta, sintiendo que cada segundo era eterno.
—¡Sarah! ¡Abre la puerta!— gritó mientras golpeaba desesperada. No hubo respuesta.
Sin pensarlo dos veces, giró la perilla y empujó con todas sus fuerzas, la puerta cediendo con un golpe seco. La escena que encontró le cortó la respiración.
Sarah estaba en la bañera, vestida con una blusa blanca y una falda que Valentina sabía que era su favorita. El agua teñida de rojo le heló la sangre al instante. Las muñecas de Sarah tenían cortes poco profundos, pero lo suficiente para que el agua alrededor de ella mostrara rastros del acto desesperado.
En el borde del lavabo, Valentina vio dos cartas dobladas cuidadosamente, una con su nombre y otra con el de Niall.
—¡Sarah! ¡No!— Valentina corrió hacia la bañera, sus manos temblando mientras levantaba a su prima fuera del agua.
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Verano en Outer banks
RomanceLa prima de Sarah Cameron llega a outerbanks, gracias a que sus padres no la pueden tolerar mas. De castigo la mandan a esa isla y conoce a nuevas personas.