Capitulo 62

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Un mes después de la ruptura con Harry, Valentina decidió que necesitaba desconectarse, sanar, y encontrar su propio camino. Junto con su prima Sarah y su amiga Kiara, emprendió un viaje a Hawái, un destino que representaba una oportunidad para liberarse de todo lo que había estado frenándola en los últimos meses. Necesitaba un respiro, un espacio para reconstituirse y redescubrir quién era fuera de su relación con Harry y su historia con JJ.

Las primeras semanas fueron de pura desconexión. Valentina se sumergió en el mar cristalino de Hawái, disfrutando de la brisa cálida y la libertad que el paraíso ofrecía. Subía fotos a su Instagram que mostraban su felicidad renovada: una imagen en la que salía del agua, riendo, con el cabello mojado y el sol dorando su piel; otra en la que llevaba una flor típica de la isla, puesta con gracia en su oreja, y un fondo espectacular de olas rompiendo suavemente; y en la última foto, una instantánea que capturaba el amor entre ella, Sarah y Kiara, abrazadas, sonriendo al sol.

Cada foto transmitía una sensación de calma y de equilibrio, una Valentina que, poco a poco, dejaba atrás la tormenta de sus emociones pasadas. Sarah no se despegaba de su teléfono, llamando a Niall cada vez que algo gracioso o emocionante sucedía en el día, contándole las pequeñas aventuras del viaje. Kiara, por su parte, hacía lo mismo con Zayn, compartiendo momentos que la hacían sentirse más conectada con su pareja, pero también con ella misma.

Mientras tanto, Harry se pasaba los días mirando las fotos de Valentina. Sabía que no tenía derecho a sentirlo, pero no podía evitarlo. Algo en sus ojos, en su sonrisa, le recordaba lo que había perdido. Ella no era solo la chica con la que había tenido una relación; era la chica que siempre lo hacía sentir como el centro de su mundo, la que había llenado su vida con risas y momentos únicos. Ahora, veía en sus fotos una Valentina diferente, con un brillo que no había visto antes. Parecía más libre, más fuerte, y, sin duda, más hermosa. Cada vez que miraba sus publicaciones, una punzada de arrepentimiento lo invadía, pero no sabía cómo acercarse a ella, o si aún había una oportunidad de recuperar lo que habían perdido.

Valentina estaba en otro lugar ahora. Aunque disfrutaba del viaje y se sentía feliz, una parte de ella sabía que aún quedaba trabajo por hacer en su interior. Hawái le ofrecía la paz que necesitaba, pero las emociones seguían fluyendo dentro de ella, y la pregunta que la atormentaba era si alguna vez podría volver a confiar plenamente en el amor.

Valentina pasó dos semanas en Hawái sintiéndose más fuerte, más conectada consigo misma. Cada día parecía un paso más cerca de la Valentina que había sido antes de la tormenta emocional que la había sacudido. La playa, sin duda, era el lugar donde encontraba la calma, como si el mar pudiera limpiar todas las huellas del pasado. Había algo mágico en ese sonido constante de las olas rompiendo en la orilla, algo que la hacía sentir más ligera.

Recordaba, especialmente, aquellos momentos cuando era pequeña, corriendo al mar con su madre, Venecia, quien siempre la tomaba de la mano con firmeza, guiándola mientras ambas reían bajo el sol. Valentina tenía apenas 5 años en esos entonces, pero la imagen estaba grabada en su mente como si fuera ayer: la sensación de estar completamente protegida y amada, como si el mundo pudiera desmoronarse pero, mientras estuviera con su madre, todo estaría bien.

Esos recuerdos la acompañaron durante su tiempo en Hawái, como un recordatorio de que, aunque las cosas no siempre salían como uno las planeaba, siempre había momentos en la vida que valían la pena. Ese viaje no solo le permitió desconectarse de las tensiones con Harry y JJ, sino también de esa parte de su vida que siempre la había definido como prima y amiga. Durante las tardes en la playa, veía la puesta de sol y sentía que había algo nuevo en su vida, un renacer de su esencia.

Pero como todo, la paz no dura para siempre. Llegó el día de regresar a Outer Banks, y aunque había encontrado una nueva perspectiva de sí misma, sabía que debía enfrentar lo que dejaba atrás. Sarah la esperaba, y Kiara también, ansiosas por compartir nuevas historias y, quién sabe, qué nuevas complicaciones traerían sus vidas.

Verano en Outer banks Donde viven las historias. Descúbrelo ahora