Una tarde tranquila, después de haberse duchado y puesto su pijama, Valentina se encontraba de pie frente al espejo, acomodándose el cabello. El sonido de su respiración era lo único que rompía el silencio en la casa, hasta que, de repente, un sollozo rompió la calma. Era un llanto suave pero claro, que venía desde la habitación de Sarah.
Valentina se detuvo por un momento, la incomodidad de no saber qué hacer se reflejaba en su rostro. No necesitaba pensarlo mucho. Sin dudarlo, caminó por el pasillo con pasos decididos, guiada por el sonido de los sollozos. Cuando llegó a la puerta de la habitación de Sarah, la vio entreabierta, y sin pensarlo más, la abrió lentamente.
Al ingresar, Valentina vio a su prima sentada en la cama, con la cabeza entre las manos, los hombros temblando por los sollozos que salían de su pecho. El ambiente era pesado, como si la tristeza flotara en el aire. No había rastro de Niall; parecía que estaba sola.
—Sarah... —dijo Valentina con voz suave, acercándose a ella con cuidado.
Sarah levantó la cabeza, sus ojos rojos de tanto llorar, la expresión llena de angustia. Valentina se sentó junto a ella en la cama, sin preguntar nada de inmediato, solo acompañándola en su dolor.
—¿Qué pasa? —preguntó Valentina, su tono lleno de preocupación, mientras tomaba la mano de Sarah, tratando de consolarla.
Sarah miró a Valentina por un momento antes de hablar, como si le costara encontrar las palabras correctas. Finalmente, habló con voz temblorosa:
—Estoy embarazada, Valen... —sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez, y Valentina sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras de su prima.
Valentina la miró, procesando lo que acababa de escuchar. Un millón de pensamientos pasaron por su mente, pero la única certeza que tenía en ese momento era que Sarah necesitaba apoyo, no juicios.
—¿De Niall? —preguntó Valentina, temerosa de la respuesta, pero no podía evitarlo. Necesitaba saberlo.
Sarah asintió débilmente, entre sollozos.
—Sí... y no sé qué hacer... —dijo entre lágrimas, su voz quebrándose. —Lo descubrí hoy, y estoy aterrada. No sé si estoy lista, no sé qué pensar. Todo se siente tan... confuso.
Valentina se quedó en silencio por un momento, observando a Sarah. Era difícil verla tan vulnerable, tan perdida. Ella sabía lo importante que era para Sarah tener a alguien en quien confiar, pero también entendía lo que significaba este tipo de noticias.
—Sarah... —susurró Valentina, apretando su mano con suavidad. —No tienes que tomar decisiones ahora. Estoy aquí para ti, siempre. Vamos a resolver esto juntas, ¿de acuerdo?
Sarah asintió, buscando algo de consuelo en las palabras de su prima, aunque aún se sentía aterrada y confundida.
Valentina la abrazó, y en ese momento, ambas se quedaron en silencio, sumidas en la quietud de la habitación, mientras el llanto de Sarah se calmaba poco a poco. Era un momento que cambiaría sus vidas para siempre.
Una tarde tranquila, después de haberse duchado y puesto su pijama, Valentina se encontraba de pie frente al espejo, acomodándose el cabello. El sonido de su respiración era lo único que rompía el silencio en la casa, hasta que, de repente, un sollozo rompió la calma. Era un llanto suave pero claro, que venía desde la habitación de Sarah.
Valentina se detuvo por un momento, la incomodidad de no saber qué hacer se reflejaba en su rostro. No necesitaba pensarlo mucho. Sin dudarlo, caminó por el pasillo con pasos decididos, guiada por el sonido de los sollozos. Cuando llegó a la puerta de la habitación de Sarah, la vio entreabierta, y sin pensarlo más, la abrió lentamente.
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Verano en Outer banks
RomanceLa prima de Sarah Cameron llega a outerbanks, gracias a que sus padres no la pueden tolerar mas. De castigo la mandan a esa isla y conoce a nuevas personas.