capitulo 40

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—¿Todo este tiempo ella estuvo aquí? —preguntó Natasha, cruzando los brazos mientras miraba a T'Challa con una mezcla de sorpresa y reproche.
El rey de Wakanda, siempre tranquilo y firme, la observó con seriedad antes de responder.
—Al principio, sí. Le ofrecimos refugio cuando lo necesitaba, un lugar donde sanar, tanto física como emocionalmente. Pero, eventualmente, decidió marcharse. Volvía ocasionalmente para visitarnos o buscar apoyo, pero me dejó muy claro que no quería que ustedes supieran de su paradero.
Natasha exhaló, frustrada
—¿Por qué no nos lo dijiste? Sabes lo mucho que nos preocupaba.
T'Challa inclinó ligeramente la cabeza, su voz calmada pero firme.
—Porque no era mi decisión. Fue suya. Rachel tiene derecho a decidir cómo enfrenta su dolor y su pasado. Entendí que necesitaba espacio y no deseaba que ustedes la encontraran hasta que estuviera lista.
Steve, que había permanecido en silencio hasta ese momento, frunció el ceño mientras miraba a T'Challa.
—¿Y crees que está lista ahora? —preguntó, su tono cargado de una mezcla de preocupación y resignación.
T'Challa lo miró con gravedad.
—Eso solo ella puede decidir. Pero les diré esto: Rachel no es la misma mujer que conocieron. Ha cambiado, como lo harían todos después de lo que ella ha enfrentado.
Natasha apretó los labios, reflexionando sobre sus palabras. Sabía que Rachel siempre había sido independiente y testaruda, pero también sabía lo mucho que la pérdida y el dolor podían moldear a una persona, para bien o para mal.
Bucky no dijo nada. Apenas escuchó las palabras de T'Challa, se apartó del grupo y salió de la sala en silencio. La inquietud pesaba en su pecho, como un eco constante de las palabras no dichas y los años perdidos. Sabía que Natasha y Steve podían entender su partida, pero esto era algo que solo él podía hacer.
Mientras caminaba por los senderos de Wakanda, los sonidos tranquilos de la naturaleza contrastaban con el caos en su mente. Finalmente, la encontró. Rachel estaba de pie en una pequeña colina, mirando el paisaje infinito que Wakanda ofrecía. Los rayos del sol acariciaban su rostro, haciéndola lucir serena, pero Bucky sabía que esa calma era solo una fachada.
Respiró hondo y se acercó lentamente, asegurándose de no romper el momento demasiado abruptamente. Sin embargo, el crujido de sus botas sobre el suelo la alertó. Ella giró la cabeza ligeramente, pero no lo miró directamente.
—Te encontré —dijo Bucky suavemente, deteniéndose a unos pasos de ella.
Rachel no respondió de inmediato. Su mirada permaneció fija en el horizonte, como si buscara respuestas que él no podía ofrecerle.
—Sabía que lo harías —respondió finalmente, su voz baja, casi susurrante.
Bucky avanzó un poco más, hasta quedar junto a ella, aunque mantuvo cierta distancia. Observó el paisaje por un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—T'Challa nos lo dijo… lo de que venías aquí, que este lugar te ayudó a sanar —empezó, eligiendo sus palabras con cuidado.
Rachel suspiró, sus hombros tensándose ligeramente.
—Wakanda me dio algo que no había tenido en años: paz. Pero no esperaba que ustedes lo descubrieran. No quería… complicaciones.
—¿Complicaciones? —Bucky soltó una leve risa amarga, sacudiendo la cabeza. —Rachel, ¿alguna vez te detuviste a pensar en lo que sentíamos? En lo que yo sentía, sin saber si estabas viva o muerta.
Ella finalmente lo miró, sus ojos oscuros brillando con emociones encontradas.
—Lo hice, Bucky. Pero no era suficiente. Necesitaba espacio. Necesitaba tiempo para ser… quien soy ahora. Y no podía hacerlo con ustedes recordándome constantemente lo que perdí, lo que fui.
Bucky la miró fijamente, su expresión llena de dolor y determinación.
—Y ahora que eres quien eres… ¿qué? ¿Vas a seguir huyendo? ¿De nosotros, de mí?
Rachel desvió la mirada nuevamente, pero no respondió. El silencio entre ellos era pesado, pero Bucky dio un paso más hacia ella, acercándose lo suficiente para que no pudiera ignorarlo.
—He perdido demasiadas cosas en mi vida, Rachel. Pero no voy a perderte a ti sin luchar. Si quieres que me vaya, dilo ahora, y lo haré. Pero si hay una mínima parte de ti que quiere que me quede, que quiere intentarlo… entonces, por favor, dímelo.
El viento sopló suavemente entre ellos, pero Rachel seguía en silencio, luchando con sus propias emociones. Finalmente, cerró los ojos, dejando escapar un suspiro que parecía cargar todo su peso emocional.
—Bucky… yo… no sé si soy capaz de darte lo que necesitas. Pero tampoco quiero que te vayas.
Él asintió lentamente, aceptando la complejidad de su respuesta.
—Eso es suficiente para mí —murmuró, con un leve atisbo de esperanza en su voz.
Rachel mantuvo la vista fija en el horizonte por unos segundos más antes de girarse hacia Bucky. Sus ojos reflejaban arrepentimiento, una mezcla de dolor y sinceridad que él rara vez había visto en ella.
—Lo siento —dijo al fin, su voz quebrándose ligeramente—. Por ser tan egoísta. Hydra te arruinó tanto como a mí, y aún así… solo pensaba en mí misma, en mi dolor.
Bucky la miró en silencio, dejando que sus palabras se asentaran. Finalmente negó con la cabeza, su expresión tranquila pero seria.
—No importa, Rachel —respondió con suavidad, como si quisiera aligerar su carga.
Ella frunció el ceño, dando un paso hacia él.
—Claro que importa, Bucky. Me aislé, me encerré en mi propio mundo y dejé que el dolor me consumiera… mientras tú también sufrías. Ni siquiera me detuve a pensar en lo que dejaba atrás.
Bucky suspiró, inclinando la cabeza ligeramente mientras la observaba. Había tanto peso en su mirada, tanto de lo que él mismo había cargado durante años.
—Todos lidiamos con el dolor de formas diferentes. Yo tampoco fui un santo. Te juzgué por irte cuando… probablemente habría hecho lo mismo si pudiera. Pero lo importante es que estamos aquí ahora.
Rachel asintió, su mirada suavizándose un poco. Dejó que el silencio se interpusiera entre ellos por un momento antes de hablar otra vez.
—Se acabó —murmuró, como si necesitara escuchar las palabras en voz alta para creerlas—. Hydra no está más. Todo lo que hicieron… todo lo que destruyeron… no pueden seguir controlándonos. Y por primera vez en mucho tiempo, me siento… creo que mejor.
Bucky la observó con atención, notando cómo su postura, antes rígida y defensiva, parecía más relajada. Había algo en ella que era diferente, una chispa que no había visto en mucho tiempo. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
—Entonces, ¿qué sigue? —preguntó, inclinando la cabeza hacia ella.
Rachel esbozó una pequeña sonrisa, una que no alcanzaba del todo sus ojos pero que era sincera.
—No lo sé. Pero supongo que no tengo que averiguarlo sola… ¿verdad?
Bucky dio un paso más cerca de ella, sus ojos llenos de determinación y algo que parecía una promesa silenciosa.
—Nunca más, Rachel. Nunca más estarás sola.

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