Después de caminar en silencio durante un rato, el aroma a comida recién preparada los guió hacia una pequeña cafetería a un costado de la carretera. El lugar no parecía demasiado concurrido, un detalle que ambos agradecieron. Sin embargo, antes de cruzar la puerta, Rachel se detuvo de golpe, mirándolo con seriedad.
—Si notas algo fuera de lo normal, nos vamos. Sin preguntas —dijo en un tono bajo pero firme, asegurándose de que entendiera lo importante que era mantenerse alerta.
Bucky asintió, respetando su desconfianza. —Entendido.
Entraron al local con cautela, tratando de pasar desapercibidos. El interior era modesto: mesas pequeñas, un mostrador de madera desgastada, y un par de clientes que parecían más interesados en sus desayunos que en las nuevas caras que acababan de llegar. Rachel barrió el lugar con la mirada, asegurándose de que no había nada sospechoso. Solo cuando estuvo satisfecha, eligió una mesa en una esquina donde podían observar la entrada y salida sin ser fácilmente vistos.
Tomaron asiento en silencio, y una camarera de sonrisa cansada pero amable se acercó a tomar la orden. Rachel pidió algo sencillo, sin siquiera mirar el menú, mientras Bucky la imitaba, dejando en claro que la elección no era su prioridad.
Mientras esperaban la comida, Rachel jugaba distraídamente con el borde del mantel, sus pensamientos evidentemente en otro lugar. Bucky, en cambio, la observaba con calma, notando las pequeñas tensiones en su postura, la manera en que sus ojos se movían constantemente hacia las ventanas, buscando cualquier señal de peligro.
—Relájate un poco —murmuró él, su voz apenas un susurro.
Ella levantó la vista, sus ojos encontrando los de él por un instante antes de apartarlos de nuevo. —No puedo. No con todo lo que está pasando.
Bucky inclinó la cabeza ligeramente, entendiendo su inquietud. —Estás bien, Rachel. Nadie aquí nos está buscando... por ahora.
Aunque sus palabras intentaban tranquilizarla, Rachel sabía que siempre había algo o alguien al acecho. Sin embargo, por ahora, solo podían esperar y comer rápido antes de volver al camino.
Después de que la camarera les dejó la comida, se sumergieron en un silencioso alivio al comer. El lugar era sencillo, la comida reconfortante, y por unos momentos, parecía que nada de lo que habían pasado realmente importaba. Estaban tranquilos, al menos por ese breve instante.
Rachel observaba su plato con una concentración que no tenía nada que ver con la comida. Cada bocado que tomaba era automático, como si sus pensamientos estuvieran muy lejos de allí. Bucky, por su parte, comía sin prisa, pero su mirada no dejaba de ir de ella al entorno, siempre alerta, siempre protegiéndola.
Cuando terminaron, salieron del local sin prisas, como si el mundo por un momento estuviera en pausa. La tranquilidad que tanto buscaban estaba a su alcance, pero como siempre, sabían que no podía durar para siempre
Se acercaban a una esquina cuando Bucky, de repente, se detuvo. Rachel no pudo evitar mirar hacia él, desconcertada por la pausa. Algo en su expresión había cambiado, como si hubiera estado luchando con algo interno.
—Me estuve aguantando esto desde que te vi —su voz era baja, tensa.
Rachel lo miró, confusa. —¿Aguantar qué?
Antes de que pudiera decir algo más, Bucky dio un paso hacia ella, tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. La tomó por sorpresa, sus manos firmes pero gentiles en sus brazos, y en un movimiento instintivo, sus labios se encontraron.
Rachel se quedó congelada al principio, como si su cuerpo no supiera qué hacer con el momento. Pero, en cuanto sus mentes conectaron, todo lo que había estado reprimiendo durante semanas, incluso meses, salió a la superficie. No quería, lo sabía, pero en ese momento, no pudo evitarlo. Su cuerpo cedió al impulso, y siguió el beso, respondiendo con la misma intensidad con la que él la había besado, como si fuera el último momento en el que pudieran sentir algo que no fuera dolor o pérdida.
Bucky la abrazó más cerca, como si temiera que desapareciera en ese mismo instante. Rachel, por otro lado, dejó que sus sentimientos fluyeran sin poder detenerlos. Todo lo que había estado evitando, todo lo que había intentado controlar, se desmoronó entre esos segundos.
No había palabras entre ellos, solo la urgencia de un momento robado, tan necesario como imposible. Y aunque Rachel sabía que ese beso no cambiaría nada de lo que había sucedido entre ellos, en ese instante, lo necesitaba. Lo necesitaba tanto como él la necesitaba a ella.

ESTÁS LEYENDO
Entré el amor y el odio
AcakEn un mundo de sombras y secretos, Rachel, una joven agente de Hydra, se encuentra con Bucky Barnes, el Soldado del Invierno. Criada para ser una arma letal, Rachel busca escapar de su pasado y encontrar la verdad sobre sí misma. A medida que se enf...