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Ben

¿Alguna vez he dicho lo hermosa que es la vida?

Ni una sola vez en toda mi vida me he dedicado a apreciar la hermosura detrás de lo que es estar vivo. Me encuentro caminando alegremente por el puente de Brooklyn, con mi pequeño disfraz que me quema hasta el culo porque hace un calor de la mierda, pero no me importa.

Me detengo en medio paso y respiro hondo, la mascarilla metiéndose a través de mis fosas nasales, apreciando el aroma a... combustible quemado y azufre que caracteriza a la ciudad de Nueva York. Escucho a los pajaritos cantar (¿o son ratas) y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas de la emoción... o tal vez porque también aspiré mucho aire justo cuando un ferri pasaba por debajo del puente.

Lo que sea. Me encuentro demasiado contento como para que me importe.

Evito que un vagabundo me aplaste y le dejo un billete de cien dólares en su mano sucia. Me mira con confusión antes de encogerse de hombros y seguir caminando.

Qué buen hombre.

Sigo mi rumbo, apreciando el hermoso día soleado que me hace sudar como un idiota gracias a mi ropa negra, a las personas a mi alrededor que me miran como si efectivamente fuera un idiota por ir camuflado en un día soleado, y al sonido de los pájaros-ratas que hacen que el día no se sienta tan solitario.

No sé por qué me siento tan feliz...

Soy un cabrón mentiroso, claro que lo sé.

Mi plan funcionó en contra de todo pronóstico. Mabel dijo que Aeryn estaba tan contenta y emocionada por trabajar conmigo, y lo corroboré cuando me envió un mensaje anoche que decía: no puedo esperar para verte mañana.

Yo tampoco pude esperar, así que tomé un vuelo nocturno y ahora estoy aquí, caminando feliz mientras me acerco al edificio de Luminance, a punto de verla.

Son las ocho y dieciséis de la mañana, lo que para mí se traduce a la madrugada, pero no tengo sueño. Me encuentro tan enérgico y emocionado que podría incluso plantar flores o hacer alguna mierda entusiasta.

A partir de ahora, veré a Aeryn todos los días, a excepción de cuando tenga clases, por lo menos los próximos seis meses.

Lanzo un suspiro.

«¿Ya he dicho que la vida es buena

Llego a Luminance. El edificio en Brooklyn me gusta más que el de Los Ángeles por su fachada de ladrillo y diseño vanguardista, y también porque aquí podré estar con mi chica sin que nadie nos acose o lo vea raro. Entro al vestíbulo y Janice, del mostrador, me saluda con una sonrisa alegre. Por primera vez su entusiasmo barato no me molesta, sino que me parece contagioso.

La Adicción de Ben (WA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora