*¡Nuevo capítulo todos los martes y jueves!*
Un encuentro, una mirada, una voz, solo eso es suficiente para que alguien se meta en tus venas y se convierta en todo tu mundo.
El estoico Ben Danner ya tiene mucho con lo qué lidiar en su vida; una vid...
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Aeryn
Llevo dos días, nueve horas y cuarenta minutos siendo la novia de Ben Danner.
Esas son las únicas cuentas que he podido mantener.
No recuerdo ya cuantas veces nos hemos besado o nos hemos tomado de las manos, tampoco recuerdo cuántas veces tuvimos sexo a este punto. Sus manos no pueden estar muy lejos de mí y, en mi caso, no puedo decir que lo hago mejor porque es como si no pudiera estar alejada de él en ningún momento.
Me encanta tocarlo, conocerlo, verlo como el hombre increíble que es y no solo como la súper estrella que, alguna vez, creí que era lo suficientemente lejano como para poder respirar su mismo aire.
Una parte de mí, la parte lógica, me grita constantemente que es muy probable de que haya cometido un error. Ahora, estoy a total disposición de que Ben Danner pueda romperme el corazón y sé que, en seis meses, si es que él no llega a amarme, probablemente eso me destruya por completo. Sin embargo, mi parte lógica quedó en el olvido desde el día en que me besó y ya no pude volver a negarme a mis sentimientos... y ahora solo se podría decir que estoy enamorada.
No me importa arriesgar mi corazón, a pesar de que sé cómo terminaría esto. Solo quiero estar con él, así llegue a amarme o no.
Ya me cansé de ser la chica buena, la chica que siempre hace lo correcto, que jamás se ha desviado por solo haber nacido con su vida escrita.
No he podido vivir una vida normal desde el momento en que nací, y a pesar de que desde el ataque he sido un poco más libre, siempre he tenido cuidado con todo lo que hago, con las personas con las que me relaciono, con los chicos con los que he dormido, con mi propio entorno.
Siempre he hecho lo que está correcto, lo que se espera de mí. Siempre he seguido la corriente por la que otras personas han decidido que vaya mi vida, y nunca me quejé, tampoco lo cuestioné, siempre lo hice porque pensé que ese era mi deber.
Ya me cansé de ello.
Ni siquiera mi parte lógica puede pensar en las posibles consecuencias sobre lo que esto pueda significar para mi familia y mi apellido. Es como si me hubiera desconectado completamente y, por primera vez, quisiera vivir el momento.
Tengo veintidós años, estoy enamorada del chico malo que ahora resulta ser mi novio.
Merezco vivir esto.
Y él me pidió una oportunidad... no lo hubiera pedido si una parte de él no creyera en el amor, ¿cierto?
—¿Cierto?
—¿Con quién hablas? —pregunta Hilary frente a mí, levantando su mirada bruscamente.