*¡Nuevo capítulo todos los martes y jueves!*
Un encuentro, una mirada, una voz, solo eso es suficiente para que alguien se meta en tus venas y se convierta en todo tu mundo.
El estoico Ben Danner ya tiene mucho con lo qué lidiar en su vida; una vid...
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Ben
—Hum... señor...
Una mano me sacude el hombro y no puedo evitar que mis ojos se abran de golpe.
Tanteo en mi pecho, queriendo sentir a Aeryn en el lugar donde estaba, pero no encuentro nada, solo siento mi piel desnuda y fría. Me incorporo de golpe y miro a mi alrededor en la terraza, completamente desesperado. Aún es de noche y los paneles de calor no me permiten sentir frío, sin embargo, no está la calidez que me envolvió hace un rato cuando Aeryn estaba aquí.
Alguien se aclara la garganta otra vez y miro en la dirección del sonido. Me encuentro un hombre mayor usando un overol azul y mirándome con expresión neutral, pero tímida al mismo tiempo.
Y es ahí cuando caigo en cuenta de que estoy desnudo, a excepción de la manta que me cubre la polla.
—¿Qué hora es? —le pregunto y mi voz suena demasiado ronca.
—Son las cinco de la mañana. vi por las cámaras que alguien se encontraba durmiendo aquí y tuve que subir a despertarlo. Eso incumple con las normas del edificio.
—Tranquilo, tenemos la orden de apagar las cámaras cada vez que la señorita Cole se encuentre aquí arriba, pero una vez se vaya, volvemos a encender todo.
Frunzo el entrecejo.
—¿Y cuándo se fue?
—A las diez y media, más o menos.
Genial. Le pedí a Aeryn que me deje descansar veinte minutos, pero me he quedado dormido casi siete putas horas.
No puedo evitar sentir la rabia carcomerme.
¿En serio se fue y me dejó tirado en la terraza?
¡Pude haber muerto!
Bueno, no lo sé, pero pude haber adquirido una pulmonía debido al frío.
Vale, eso es hipotético. No tengo idea de cómo funcionan estos paneles, pero mantienen el ambiente a veinticinco grados cuando en el resto de Nueva York están a menos diez.
¡Pero se entiende el punto!
Jamás me había sentido tan ofendido en mi vida.
Y si ella se sintió como me siento ahora cuando la dejé la primera noche que estuvimos juntos, ahora entiendo por qué no quiso hablarme después.
¡Yo no quiero hablarle!
Me siento usado...
—Hum... ¿puede voltearse? —le pregunto al hombre—. Me tengo que...