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Aeryn

El rostro de Beth se ilumina a través de la pantalla al contestar. Se ve recién despierta y lleva todavía su pijama rosa de seda, trae el cabello rubio envuelto en un rulo enorme alrededor de su cabeza y una mascarilla pegada a la cara.

Los ojos se me llenan de lágrimas cuando la miro. La extraño muchísimo.

—Hola, flor caribeña —dice ella, con una gran sonrisa en sus labios, muy diferente a la tristeza reflejada en su rostro de esta última semana.

No puedo evitar sonreír también.

—Hola, Beth.

—¿Vas a salir ahora? —coloca la cámara en un soporte para poder alejarse. Me doy cuenta de que está en el baño de su habitación y es cuando la veo retirarse su mascarilla—. Olvidaba la diferencia horaria. ¿Son las diez?

—Las once —digo—. Saldré de compras a George Street. Necesito algo de serotonina.

—Y nada mejor que el capitalismo para generarla.

Me río de su broma, pero después hago una mueca, antes de mirar para otro lado para evitar mis lágrimas.

Hoy no es un buen día.

Y no puedo fingir que no extraño a Ben con todo mi ser.

—¿Cómo está? —pregunto, sin rodeos.

Ella se está retirando su gran rulo donde tenía envuelto su cabello, no mira a la cámara.

—¿Quién?

—Ben.

Beth lanza un suspiro.

—No lo ha hecho muy bien —dice, aún sin mirarme.

Siento que el labio inferior empieza a temblarme.

—¿En serio?

—Sí, ha cambiado completamente.

—¿A qué te refieres?

Ella sonríe.

—¿Puedes creer que se inscribió a un plan para adquirir volumen corporal con un entrenador privado en el gimnasio? —pregunta, sacudiendo su cabello que le llega hasta el pecho—. Se convirtió en una rata de gimnasio durante los últimos nueve días, es estresante.

Siento las mariposas en mi estómago revolotear dentro de mí al imaginar a Ben en el gimnasio, pero las ahuyento porque no tengo ningún derecho a sentirme así después de cómo lo abandoné.

Y al pensar en mis derechos inexistentes, no puedo evitar pensar en qué clase de personas van a ese gimnasio.

¿Su entrenador es hombre?

La Adicción de Ben (WA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora