49. Oh no.

260 82 1
                                    

El sonido de las olas golpeando suavemente la orilla llenaba el ambiente, mezclándose con el viento salado que se colaba por las ventanas de la cabaña

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sonido de las olas golpeando suavemente la orilla llenaba el ambiente, mezclándose con el viento salado que se colaba por las ventanas de la cabaña. Era un lugar perfecto, justo como Jimin lo había imaginado: una pequeña cabaña frente al mar, con un balcón de madera y una hamaca que se mecía con la brisa marina.

Yoongi había trabajado duro durante un mes entero para pagar ese viaje, y aunque el alfa no era de los que hablaban mucho sobre sus esfuerzos, Jimin lo sabía. Por eso, quería hacer algo especial para él.

—Alfa, quiero un heladito... de fresa —había pedido Jimin con su vocecita mimada, abrazándose del cuello de Yoongi mientras el mayor se recostaba en la cama después de un largo día.

Yoongi lo miró con una ceja levantada, sabiendo que su omega solo quería ser consentido.

—Eres un pequeño. —murmuró con una sonrisa, dándole un besito en la frente antes de levantarse—. fresa con cubierta de chocolate. —Recordó.

Jimin asintió rápidamente, pero en cuanto la puerta se cerró detrás de Yoongi, su pequeño corazón comenzó a latir con fuerza.

Con las mejillas ardiendo de nervios, se acercó a su maleta y sacó una bolsa escondida entre su ropa.

—No puedo creer que de verdad hice esto... —susurró, riéndose bajito mientras sacaba el enterizo blanco de encaje que había tomado prestado del armario de su mamá antes de salir de casa.

Era delicado, hermoso, y al tocarlo entre sus dedos se sintió todavía más apenado.

¿De verdad pensaba usar eso frente a Yoongi?

Se mordió el labio y miró a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera viéndolo (aunque estaba solo). Lentamente, se quitó la ropa y se colocó la prenda, sintiendo la tela suave contra su piel.

Se miró en el espejo de la habitación, su reflejo iluminado por la cálida luz de la cabaña.

—O-Oh...

El enterizo le quedaba un poquito ajustado, pero resaltaba su figura de manera hermosa. El encaje cubría lo justo, dejando entrever su piel en algunos lugares, y las tiras delgadas caían sobre sus hombros con elegancia.

Jimin se cubrió la boca con ambas manos, sintiendo que sus mejillas ardían aún más.

—A-Alfa...

Se abrazó a sí mismo y se balanceó de un lado a otro, entre la emoción y la vergüenza.

Esto es lo que los omegas hacen por los alfas, pero porque era tan vergonzoso.

Justo cuando estaba a punto de arrepentirse y cambiarse de nuevo, escuchó el sonido de la puerta abriéndose.

—Bebé, ya traje tu helado —dijo Yoongi con su voz grave y relajada.

Jimin se quedó paralizado.

Oh no.

Secuestro.  •YM• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora