69. Dolor.

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Actualización a los 45 Comentarios.

El tiempo parecía haberse detenido

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El tiempo parecía haberse detenido.

Cinco días habían pasado desde aquel encuentro, y Jimin seguía encerrado en su habitación, incapaz de enfrentar el mundo.

El dolor no solo estaba en su cuerpo, sino en su pecho, como si su corazón estuviera siendo desgarrado desde adentro.

Había ignorado todas las llamadas de Yoongi. No tenía el valor de contestarle, de escuchar su voz y fingir que todo estaba bien cuando no lo estaba.

Cada vez que la pantalla de su teléfono se iluminaba con su nombre, su corazón se encogía, su pecho se apretaba y su dedo temblaba antes de deslizarse sobre la pantalla para colgar.

Cortar la llamada era como romperse un poco más.

—No puede ser mi predestinado. Mi lobo está equivocado. Siempre será Min Yoongi.

Pero su lobo no se calmaba.

El instinto dentro de él rugía, confuso, inquieto. Cada vez que intentaba dormir, volvía a sentir ese aroma en su mente, ese calor desconocido que lo había envuelto en la biblioteca.

Y el recuerdo de Namjoon abrazándolo...

Jimin apretó los labios con fuerza y enterró su rostro en la almohada, sollozando bajito.

—No. No quiero recordar, ¡Sal de mi mente! —Se suplicaba a sí mismo, golpeando su propia cabeza.

No recordaba la última vez que había comido bien, ni la última vez que se había duchado. Su cuerpo estaba débil, su piel fría, y cada parte de él temblaba con un dolor inexplicable.

Se sentía roto.

Su cabello estaba enredado, su rostro hinchado por haber llorado todas las noches anteriores. Tenía los labios resecos y el estómago vacío, pero no sentía hambre.

Solo sentía culpa.

Culpa por evitar a Yoongi.

Culpa por permitir que otro alfa lo afectara tanto.

Culpa por no saber qué hacer.

Apretó las sábanas entre sus dedos, su pecho subiendo y bajando con respiraciones agitadas.

—¿Por qué mi lobo reacciona así por otro? ¿Por qué siento esto?

Nunca había dudado de su amor por Yoongi. Nunca había pensado que algo pudiera hacer tambalear lo que tenían.

Pero ahora... su cuerpo y su corazón parecían hablar dos idiomas distintos.

Sus instintos lo empujaban a una dirección que su mente se negaba a aceptar.

—Siempre serás tú Yoongi. —Murmuraba mientras veía su collar con la foto de ambos.

Ese collar que Min le regalado en su cumpleaños.

Repitió esas palabras en su cabeza una y otra vez, como si al hacerlo pudiera borrar lo que había sucedido.

Pero cada vez que lo hacía, una punzada atravesaba su pecho, y sus ojos se volvían a llenar de lágrimas.

—Ya basta... —susurró, abrazándose a sí mismo—. Ya basta, por favor... sal de mi cabeza.

No quería sentir más.

No quería esta confusión.

No quería que Yoongi sufriera por su culpa.

Pero al mismo tiempo... no podía ignorar el vacío que se expandía dentro de él.

Un vacío que no había estado ahí antes.

Cerró los ojos, respirando entrecortadamente. Su lobo estaba inquieto, gimiendo en su interior, buscando algo que no podía alcanzar.

Y en medio de su tormento, el sonido de la puerta lo sacó de su trance.

Toc, toc.

Jimin se quedó inmóvil.

No quería abrir. No quería ver a nadie.

Toc, toc.

Su pecho se apretó.

Toc, toc.

Se levantó con movimientos lentos, con las piernas débiles, arrastrando los pies hasta la puerta.

La abrió con miedo.

Y ahí estaba.

Yoongi.

Su alfa, su amor, su novio... de pie frente a él, con el ceño fruncido y la preocupación reflejada en su mirada.

—Me tienes preocupado.

El sonido de su voz fue suficiente para que algo en Jimin se rompiera.

El omega no tuvo tiempo de reaccionar antes de que Yoongi lo abrazara con fuerza, envolviéndolo en su calor, en su aroma, en todo lo que siempre le había dado seguridad.

Pero esta vez, no se sentía suficiente.

El vacío en su pecho seguía ahí.

O la culpa.

Jimin tembló entre sus brazos, apretando los ojos con fuerza.

—Me duele, Yoongi... —su voz sonó rota, apenas un murmullo contra el pecho de su alfa—. No dejo de sentir dolor.

Yoongi respiró hondo, aferrándolo más a su cuerpo, como si con solo sostenerlo pudiera aliviar su tormento.

Pero el dolor de un lobo...

El dolor de un corazón roto...

No se aliviaba tan fácilmente.

Jimin apenas pudo aferrarse a la chaqueta de Yoongi antes de que su cuerpo, débil por la falta de comida, por el estrés y por el peso de la culpa, cediera.

Sus piernas temblaron y, sin previo aviso, su mundo se volvió negro.

Yoongi lo sostuvo antes de que cayera al suelo.

—¡Jimin! —su voz resonó con pánico.

Su omega no reaccionaba.

Y mientras Yoongi lo alzaba en brazos, con su aroma envolviéndolo en un intento desesperado de reconfortarlo, supo que algo estaba muy mal.

Era el dolor de un omega cortando lazos.

Secuestro.  •YM• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora