74. Defectuoso.

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Jimin se hundió un poco más en el asiento acolchonado, observando las líneas en la alfombra de la oficina con la mirada perdida

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Jimin se hundió un poco más en el asiento acolchonado, observando las líneas en la alfombra de la oficina con la mirada perdida.

Habían pasado dos días desde que terminó con Yoongi.

Dos días desde que sintió su aroma desvanecerse en el aire.

Dos días desde que su corazón lloró dentro de él, retorciéndose en su pecho con la desesperación de alguien que ha perdido algo que jamás podrá recuperar.

Pero...

Había otra parte dentro de él que no dejaba de pensar en ese alfa.

En la biblioteca.

En el aroma cálido que lo había envuelto, en la fuerza de su presencia, en el tono firme con el que le había dicho su nombre.

Kim Namjoon.

Jimin frunció el ceño.

No estaba bien.

No debería estar pensando en él.

Su lobo estaba loco.

Pero ahora que su celo había terminado, esa necesidad urgente de buscarlo se había reducido.

Lo único que quedaba era la curiosidad.

—Jimin —la voz de la psicóloga lo sacó de su trance.

El omega parpadeó, dándose cuenta de que había estado perdido en sus pensamientos. Bajó la mirada y se removió en su asiento, sintiendo el nudo en su garganta regresar.

—Ah... Sí... —murmuró, jugando con las mangas de su suéter—. Es que... quiero entender algo.

La mujer asintió, dándole espacio para hablar.

—¿Por qué para Yoongi fue tan fácil dejar a su predestinado?

El solo decirlo le dejó un sabor amargo en la boca.

—Digo, yo lo obligué a quererme. Al principio me rechazaba, pero después de un tiempo... ya no importaba si lo secuestraba, lo molestaba o insistía.

Jimin apretó los labios, su corazón encogiéndose.

—Él me besaba sin que yo se lo pidiera, me tomaba de la mano al cruzar la calle, siempre se despedía siendo cariñoso y amoroso conmigo... ya no tenía que pedirle que me quisiera.

Su voz tembló cuando continuó.

—¿Cómo pudo hacerlo si tenía a su predestinado? ¿Cómo pudo amarme... cuando se suponía que debía amar a alguien más? Que su lobo quería a otro.

Levantó la mirada, sus ojos vidriosos por las lágrimas contenidas.

—Y ¿por qué para mí no es igual?

Su pecho dolía.

—¿Por qué no puedo ignorar a mi predestinado como Yoongi lo hacía?

Su lobo gimió dentro de él.

Secuestro.  •YM• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora