JUGUEMOS

39. Juguemos a... lo inesperado

Aún estaba oscuro cuando Zhan despertó al sentir leves caricias sobre su espalda, no supo cómo es que estaba acomodado casi sobre el torso de Yibo y una de sus piernas entrelazada con las contrarias, pero no sintió deseos de removerse. Miró el perfil de Yibo que mantenía la mirada pegada al techo hundido en desconocidos pensamientos. Todo era muy extraño y cómodo a la vez. Zhan jamás se había sentido bien el quedarse dormido con Chen o cualquier otro amante, incluso cuando se acostaba con las chicas, pero con el castaño todo se daba de manera muy natural: cuando se amaban, todo parecía correcto, sus cuerpos se sincronizaban como si estuvieran hechos para hacerlo, cuando jugaban, aunque Yibo era mucho mejor en los videojuegos, era como estar con un viejo amigo, y cuando hablaban, había un alto grado de confianza. Incluso cuando peleaban, era excitante y estimulante.

-Una vez amé a alguien- Yibo habló en voz baja cuando se percató de que Zhan estaba despierto, no sabía por qué, pero necesitaba hablarlo, desahogarse y ahora se encontraba más relajado, además, teniendo a la persona que ahora estaba en sus brazos, se sintió con la fuerza suficiente para hacerlo.

Zhan se congeló cuando escuchó aquellas palabras, sintió su corazón doler y estrujarse, pero no hizo movimiento alguno.

-Lo amé con todo mi corazón, con mi cuerpo y mi alma – Continuó Yibo sin percatarse de que a Zhan se le escocieron los ojos – Ese amor me dio la fuerza para buscar mi libertad, pues de donde vengo, lo nuestro no era posible, pero no me importaba perderlo todo, con él tenía suficiente. Dejé mi casa, mis padres, el apellido y perseguí mi sueño, un sueño que siempre lo contempló a él. Mi vida estaba totalmente resuelta siempre y cuando el estuviera a mi lado.

Yibo suspiró. Todo lo que decía fue cierto alguna vez y de algún modo, Zhan se identificó con él, pues era lo mismo que él sintió por YangZi, entonces las lágrimas salieron de sus ojos.

-Lo que no sabía en ese entonces, es que yo no estaba en los sueños de él.- Yibo apretó e abrazo de que tenía sobre Zhan – Era un chico centrado, fuerte y también luchaba por un sueño, pero ese sueño era personal. No entendí que él estaba dispuesto a sacrificar todo por conseguir su objetivo, incluyéndome a mí en esas cosas que estaba dispuesto a dejar atrás. Un día simplemente dijo que necesitaba más, que quería mucho más que a mí o el bar en donde ambos trabajábamos, así que tomó maletas y se fue sin importar cuánto rogué porque se quedara, porque me llevara con él. De algún modo, yo representaba un peso extra que le impediría volar.

El silencio se hizo mientras ambos procesaban aquellas palabras.

-Yo amé a la chica más dulce, más tierna y hermosa que he conocido en mi vida- la voz de Zhan sonaba un poco ronca, fue el turno de Yibo de sentir su corazón inquieto – Me sentí afortunado de que ella me correspondiera. Todo fue tan fácil que parecía que estábamos destinados a estar juntos. Éramos la pareja más envidiada de la escuela y yo hacía todo para procurarnos un futuro juntos, tendríamos niños hermosos, envejeceríamos juntos. Todo era perfecto.

Zhan guardó silencio, no quería que su voz se quebrara, pero toda la situación aún le dolía demasiado.

-¿Porqué no funcionó?- preguntó Yibo cuando el silencio se prolongó demasiado.

-Porque el amor no existe – respondió Zhan – El amor que creía que compartíamos era mentira. El amor es sólo atracción, es sólo calentura por sexo, todo es mentira y banal.

-¿Qué? – preguntó Yibo tratando de comprender.

-Mi maldita condición de doncel acabó con los sentimientos que ella tenía hacía mí. Cuando ella descubrió lo que era decidió terminarlo todo, pues yo estoy destinado a estar con un hombre, a casarme con uno. El amor es nada, el amor no importa, es un sentimiento tonto, sólo una fantasía.