Todos observaron cómo el maestro Yoda, acompañado de Obi-Wan, salía del salón donde se había llevado a cabo la reunión y la explicación. Los mandalorianos y los Jedi intercambiaron miradas. Era cruel despedirse de un universo en el que la guerra aún no había dejado estragos, un universo donde el Imperio no existía ni existiría, donde Mandalore aún conservaba a su pueblo y muchos otros planetas seguían intactos.
—Qué bueno que ya sabemos cómo irnos de aquí —dijo Koska, aún sentada en su lugar, con su bebé en brazos.
Bo-Katan ladeó ligeramente la cabeza, su rostro oculto tras el casco. Seguía sosteniendo a Adonai entre sus brazos, pero sus labios temblaron al ver al pequeño que Koska sujetaba con firmeza. Se acercó a ella y sonrió, observando al bebe que parecía dormir profundamente en sus brazos—Perdí dos mil créditos.
Koska sonrió bajo su casco y abrazó con más fuerza a su hijo. Se recordó a sí misma que esta era su Bo, su amiga de toda la vida, y no aquella mujer que estaba al otro lado del salón con su mismo rostro, solo que más joven. —¿Cierto? —respondió con diversión—. Aún estoy pensando en un nombre, pero estoy bastante molesta. De entre todos los planetas, se le ocurrió nacer en Tatooine. ¿Puedes creerlo?
—Podemos decir que nació en Nevarro.
—Estaba pensando lo mismo —rió Koska, aunque nadie podía ver su expresión—. Quiero ponerle el nombre de una estrella. ¿Qué te parece Lesath?
—¿Vas a llamarlo "Aguijón"? —se burló Bo-Katan, tratando de relajarse frente a su amiga. Casi estuvo tentada a sentarse junto a ella, pero ya era lo suficientemente incómodo sentir tantas miradas sobre ellas.
—Es lo más razonable, dado que no puedo ponerle Spotchka —bromeó Koska.
Bo-Katan le dio un pequeño golpe en el casco, haciéndola reír.
—Me dolió demasiado, Bo —continuó Koska, esta vez con un tono más serio—. Sentí que estaba a punto de morirme.
Bo le dio otro golpecito, esta vez más suave y cariñoso. —Hiciste un buen trabajo, Kos.
Alguien aclaró la garganta. Satine pareció tomar fuerzas de quién sabe dónde y, con ese impulso, se acercó a la figura más envejecida de su hermana. Lamentó no poder ver su rostro, pero le impresionaba que Bo hubiera tomado la decisión de seguir el antiguo camino de Mandalore. En más de una ocasión, cuando eran más unidas, se había quejado de los fanáticos y cultistas, sugiriendo que jamás se uniría a una secta. Satine sintió un nudo en la garganta al notar cómo Bo se tensaba con cada paso que daba hacia ella. Sostuvo al bebé con más fuerza en sus brazos y la miró fijamente, o al menos intentó convencerse de que sus ojos estaban buscando los verdes que se ocultaban tras ese visor oscuro.
—Hola, Bo.
Los ojos azules de la duquesa se humedecieron al ver el visible temblor en los brazos de su hermana. Quiso consolarla. Quiso acercarse aún más, abrazarla, asegurarle que todo estaba bien, que lo que había sucedido con Mandalore en el universo del que provenía no era su culpa. Quiso decirle que había cosas que estaban más allá de sus decisiones y que era imposible luchar contra lo que el destino tenía deparado para su pueblo.
—Satine... —escuchó decir, en una voz mucho más madura que la suya.
Satine sonrió con tristeza. Bo era mayor... esta Bo era mucho mayor que ella.
—Estoy orgullosa de ti, Bo —dijo con suavidad. Necesitaba decírselo. Sabía que no serían capaces de mantener una conversación más profunda. Era consciente del dolor que embargaba a su hermana; Obi-Wan se lo había dicho—. Sé que hiciste todo lo posible para proteger a nuestro pueblo, para proteger a Mandalore.
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Our Own Way
Fanfiction¿Y si Bo-Katan no hubiera visto al mitosaurio? ¿Y si el asedió pirata a Nevarro nunca ocurrió? ¿Y si la Armera jamás le dijo que podía caminar en los dos mundos? Una historia en la que Bo-Katan y Din se quedan en el encubierto y como poco a poco su...