UNO.

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"Besar su piel me sabía a vida, en sus manos alcanzar el cielo y encontrar libertad."

-Desde que eres su novio, William, Jessica está mucho más centrada, sus calificaciones en el instituto, su comportamiento, la desobediencia. -Hablaba mamá, sonriendo complacida al chico a mi lado.

-Bueno, en ese caso, ambos cambiamos mucho. -Procuró decir él, dándome una miradita divertida. Luego asintió para mamá. -También creo que cambió, lo noto.

-¿En qué? -Inquirí, enfrentándolo con la mirada. Él soltó una risa junto a los demás.

-El respeto. -Acotó mamá. -Jessica comenzó a respetar a los mayores. ¿Cómo es contigo? -Continuó ella. Y por respeto se refería a guardar silencio y obedecer.

-Soy su novio, debe respetarme. -Me dijo, su tono fue áspero, pero procuró sonreír y reír junto a mi familia, como si fuera un chiste más. -Como a los demás claro.

Aparté la mirada y continué comiendo, intentando mantener mis energías altas, conservando la sonrisa, procurando para mí misma que todo estaba bien. Mi novio estaba aquí, en un almuerzo familiar, y mi familia lo amaba, ¿por qué me sentía de esta forma?

Noté que el hombre frente a mí me observaba crítico, haciéndome inspirar profundo. Odiaba cuando hacía eso.

Observé irritada sus ojos verdes y la intensidad de ella, observé sus facciones, su cabello, observé su cuerpo, los músculos de sus brazos presionando la tela de su camisa. Aparté la mirada, más molesta aún. Recordé sus veinticinco años y tragué saliva. Odiaba que estuviera aquí, es decir, no entendía por qué estaba aquí, no era de la familia. Pierce no era familia y aun así estaba aquí mirando con critica a mi novio.

Papá a su lado le dijo algo y ambos rieron.

-Dime, William ¿Cómo te va en la universidad? -Le preguntó Papá. Pierce, su amigo casi treinta años menor que él deslizó la mirada a William y cuando noté que luego de unos segundos la regresó a mí fingí sonreír mucho, feliz de esta situación.

-De hecho, muy bien, estuve avanzando en las clases de estadística con mayor éxito, me siento muy bien de hecho, con los estudios, el trabajo, Jessica.... -Él me sonrió, besando mi mejilla. Sonreí complacida. -¿Y usted?

-Bueno, en el Hospital todo va bárbaro, no puedo quejarme, tenemos salud, amor, familia, estabilidad económica, amigos. -Palmeó el hombro de Pierce quien sonrió. Su sonrisa era preciosa, tan genuina y encantadora. Pronto al percatarme que sonreía también la borré inmediatamente, Pierce lo notó, y aquella sonrisa angelical se cargó de diversión. También la conocía bien.

-Bueno ¿Quién quiere postre? -Pregunté, poniéndome de pie con mamá para levantar las cosas de la mesa.

-¿Horneaste algo? -Me preguntó William, sonriendo emocionado. Solté una risa.

-Claro que no, como crees. Compramos helado. -Pierce soltó una risa que me hizo sonreír. William sonrió divertido.

Mamá tomó la mitad de las cosas y yo la otra parte. Papá comenzó a hablar con Pierce de trabajo así que quise huir lo más pronto posible, pero cuando estuve por irme, William me tomó del brazo, deteniéndome. Lo miré.

-¿Me traes agua por favor?

-Ahí hay. -Le indiqué, señalándole la que había en la mesa.

-Fría por favor.

-De acuerdo. -Asentí. Me soltó y me fui.

-¿Por qué debemos limpiar nosotras? Somos cinco. -Me quejé con mamá a penas entramos a la cocina. Mamá me miró como si fuera tonta.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora