DIEZ.

3.1K 161 4
                                    

Apenas bajamos las escaleras no divisamos a nadie, por lo que ella sugirió que siguiéramos camino. Allí en la sala sentados en los sofás encontramos a los amigos de Bruno y a él. Sentí algo en el estómago que me hizo reír de los nervios al verlos. Se veían increíble, se veían... hombres. Porque ya lo eran. Inhalé hondo, discreta. Sí, mis hormonas revoloteando evidenciaban mis diecisiete. Y aunque los detestaba de pequeña ahora me resultaban interesantes.

—¡Hola, hola! —Hice mi presencia triunfal. Aquellos dos giraron al verme con una sonrisa que se expandió al deslizarse por mi completa. Fingí, por mi hermano, no darme cuenta, pero él dio un respingo al instante.

—Mierda, Jessica. Te ves... de maravilla. —Emitió divertido Martin. Lo saludé con un beso en la mejilla al igual que a Lucas, quien fue más directo. Mi hermano miró a su amigo muy mal y esto lo hizo reír. —Creciste.

—La gente crece. —Asentí. Mi amiga también los saludó y noté como Lucas también la miraba de la misma forma que a mí, pero Bruno carraspeó, haciendo que llevara la atención a él. Solo bastó unos malditos segundos para decirle con la mirada que a Tati no podía mirarla de esa manera y que el motivo era el mismo él. Lucas asintió. Cuando ella llegó a mi lado ella me sonrió divertida.

—Martin, está hermosa, sí, pero intenta ser discreto si no quieres que de la derecha vuele una piña a tu dirección. —Le dijo Lucas a Martin y tuve que reprimir risitas.

Bruno lo miró severamente.

—Te comportas.

—No hice nada, hermano.

—No soy tu hermano. —Soltó, ofendido, haciendo a los dos reír.

Martin presionó sus labios bajando la cabeza. Al final me buscó de nuevo, pero adoptó una mirada más interesada en mí por quien era y no por cómo me veía.

—¿En qué año estás Jessi? —Cuestionó. Me reí.

—Último año. —Contesté devolviéndole la sonrisa.

—Y pensar que le hacíamos la vida imposible a esta chica. —Recordó Lucas. Martin y Bruno soltaron una risa asintiendo mientras en cambio yo suspiraba con exageración, pero terminé riendo también. En realidad, no era gracioso, yo quería estar con ellos y luego de un tiempo Bruno no lo permitió más.

Bastardo.

Me distraje hablando con Tati por lo bajo, ella me hacía reír, no andaba con rodeos, directa y al grano.

—"¿En qué año estás, Jessi?" Fue un disimulado "¿Cuántos años tienes?" Porque vamos, si fueras mayor... —Musitó, reí cubriéndome la boca, por sobre las risas y la plática de esos tres.

—¿Dónde están nuestros padres y Lou? —Le pregunté entonces a Bruno.

—En el patio trasero terminando de arreglar las cosas. —Y luego siguió platicando.

—Creo que estoy por desmayarme de los nervios. —Confesé, en un susurro.

—Cuando esté aquí te calmarás. —Me aseguró, —O no...

La miré, ella soltó una risita.

De pronto, como si a la vida le fascinara las causalidades de la vida disfrazados de casualidades el timbre sonó. Y mierda, el alma se me había salido del cuerpo.

—Atiende Jess. —Bruno me habló, llamando mi atención. La sentí a Tati reprimir una risita.

—Atiende tú. —Logré decir, no estaba segura si mi corazón siguió latiendo con normalidad. Para colmo Bruno arqueó sus cejas con desafío.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora