SETENTA Y DOS.

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—¿Irás Jessi? —Me preguntó una de las chicas riendo junto a las demás al acercarse a mí.

—No, no puedo. Lo siento. Pero vayan ustedes, diviértanse.

—¿Por qué no puedes? Debes venir. —Pidió. —Es por ti que esto sucedió. No solo ganamos un partido de futbol americano que nos exprimió durante semanas, ganamos la gran victoria, dejarán de molestarnos Jessi. Hay que festejar.

Sonreí mucho.

—Por supuesto que hay que festejar. —Me reí maravillada, sin poder creer que estaba pasando. —Sucede que no puedo, tengo... el desfile de Tiffany's Style. —Logré decir, con esfuerzo. Ellas me miraron unos instantes, algunas desconcertadas, pero terminaron asintiendo.

—Cuanta doble moral hay ahí... —Canturreó uno del equipo perdedor, dándonos una miradita. —Hacerse la justiciera de mujeres, pero ser modelo de un desfile donde se sexualiza y mantiene el estereotipo de chica perfecta, el cual, valga la redundancia intentan destruir aquí adentro con nosotros. ¿acaso solo están aburridas? —Soltó una risita. —Y para colmo allí adentro compiten entre ustedes... Quien es la más hermosa, quien tiene el cuerpo más perfecto... ¿Qué es eso, Jessica? No soy mujer, pero supongo que entre ustedes está MUY mal. —Añadió.

Su comentario me dejó helada, desconcertada, sin palabras, incluso con un regusto amargo.

—¿Sabes la diferencia entre mujeres y hombres? —Le preguntó una de ellas, molesta. El la oyó interesado. —Que nosotras somos un equipo, no somos iguales, por supuesto, pero lo que decida cada una estará bien mientras sea consentido. Si una de nosotras quiere ser una maldita zorra está perfecto, si una de nosotras quiere ser presidente de los estados unidos estará perfecto, si una quiere ser modelo, cariño, está perfecto. No nos criticamos entre nosotras. —Escupió furiosa. —Y lo que decida cada una jamás les da el derecho a ustedes a ser el blanco de su maldito acoso.

El chico puso los ojos en blanco antes de irse.

Mordí mi labio, mirándola con mi pecho estrujándose.

—¿Cuándo es el desfile? —Me preguntó. Solté una risa. Ellas, todas, esperaron mi respuesta.

—Comienza a las ocho. —Sonreí.

—Pues ahí estaremos. Será nuestro plan brillante. Estaremos ahí para ti. —Las abracé, siendo demasiadas, pero lo intenté. Me sentí plena. Mi corazón latía con tanta felicidad que lucía irreal.

El desfile se pagaba, era increíblemente costoso, pero se lo pagaría a todas.

Al irnos corrimos al auto.

Mia estaba recargada en el suyo. Al verme su mirada brilló, y sonrió en silencio. En su mirada no encontré maldad, había cierto brillo extraño de felicidad, cierta complicidad y calma.

—Si hay algo que hace el feminismo, cariño, es la unión entre nosotras. —Me sonrió Tati a mi lado.

—Se siente increíble.

[...]

—¡Te prohíbo volver a hacer ese deporte! Mira tu cuerpo, esta rojo y moreteado. —Sasha exclamó molesta mirándome mientras me maquillaba a mi tono para ocultar los diferentes lugares que se habían tornado morados. No volvería a hacerlo, pero me limité a quedarme callada. Al terminar me extendió una bata de seda color gris con mi nombre en mi pecho bordado con un rosa súper precioso. Me la puse y salimos juntas del cubículo cambiador.

Durante la tarde me había hecho un cuestionario de preguntas sobre mí que mencionó que luego las transmitirían en el show, luego realizamos la prueba de los vestidos a mi medida, terminé jadeando de la impresión, siendo la primera vez que los veía, decían que era una colaboración con otra gran empresa que conocía bien y por esto no habían sido expuestos antes debido al miedo de la filtración de algún diseño. Ella me sacó fotos con ellos desde su celular, comentando que debía archivarlas para no sé qué. Estaba completamente impresionada al saber que tenía un listado de vestidos que lucir, siendo esta colaboración entre empresas prestigiosas tan jodidamente importante para todos.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora