VEINTINUEVE.

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La tarde se fue volando, con mis hermanos salimos a tomar un helado en una plaza cerca de casa. Disfrutamos muchísimo. Vi a Lou olvidar por un momento todo lo malo que había sucedido, incluso yo lo hice sin darme cuenta.

De tanto que ellos corrieron alrededor de todo el parque terminaron arrojando sin querer sus helados al suelo, en consecuencia, debimos comprar otros solo porque Bruno se sintió peor que Lou al ver que un perro se comía el suyo del suelo.

Fue una tarde preciosa, reí muchísimo y eso me hacía feliz.

Dejé un momento el libro que leía sobre la cama y miré al bebé durmiendo a mi lado.

—Jess... —Lou entró sigilosa a mi habitación. —Quiero bañarme ¿Me puedes ayudar? Mamá lo hace, pero no quiero hablarle. —

—Trae tu ropa. Te ayudo aquí. —Le dije. —No puedo dejar solo a Mati. —

Ella asintió y fue en busca de sus cosas.

Estirándome me dirigí al cuarto del baño. Allí preparé el agua en la bañera y arrojé burbujas rosas al agua, solo para consentirla, lo que le encantaría.

—Listo. —Lou apoyó la puerta al marco un poco para quitarse la ropa. Al acercarse y mirar el agua soltó un grito de exclamación, haciéndome reír. La ayudé a entrar. Al instante soltó un suspiro y yo sonreí, ya viéndola sumergida en el agua.

—Espero que durante estos cinco meses no nos suceda nada... —Me dijo luego de un momento. Me senté al borde de la bañera para mirarla.

—¿Qué podría pasarnos? —Fruncí el ceño.

—No lo sé. —Me respondió.

—No pienses en cosas feas... —Murmuré. —Además, nos cuidará Pierce. —Le sonreí. —¿Te gusta pasar tiempo con él?

—Me encanta. —Me sonrió alegre.

—A mí también.

—¿Conoces el niñero que tendremos? Jamás tuvimos uno. —

—Si...—Ésta mañana no me había llamado, estaba segura que él sabía que hoy me dirían lo que tuvo el coraje de ocultarme. —Es buen chico. —

—¿Y es lindo? —Me preguntó. Comencé a reír. De este tipo de mala influencia sí me hacía cargo.

—Sí, es lindo. —Le dije riendo. —Pero es grande para ti. ¿En qué piensas? —Ella resopló.

—¿Cuántos años tiene? —

—Veintidós. —

—Demasiado para mí. —Soltó aire, mientras yo reía a carcajadas poniéndole shampoo en el cabello.

—Cualquier chico es grande para ti, Lou. —Le dije riendo.

—Quizás de mi edad no. —

—Exacto. Pero no pienses en eso aún. Disfruta tu niñez. —Ella me sonrió y asintió.

Luego de un tiempo ya estaba lista.

Ella había decidido cambiarse sin mi supervisión así que me fui a mi habitación a retocarme un poco el maquillaje y mi cabello que comenzaba a desordenarse.

Ya era de noche y aunque no escuchase ruidos provenientes de abajo presentía que los invitados ya estaban en casa. No tenía ganas de bajar, pero Lou me insistió que lo hiciera. Propuse que cuando el bebé despertara lo hiciéramos los tres, y eso sucedió.

—¡Por fin se dignan a bajar! —Exclamó mamá, me limité a seguir de largo sin mirarla. Pronto noté que Lou había hecho lo mismo y eso enojó a mamá. Esbocé una mueca.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora