DIECINUEVE

2.7K 141 0
                                    

—¿No te sientes mejor? —Me sonrió papá inquieto, luego de estacionar y voltear hacia mí, como si no viera la hora de denunciar al ex novio de su hija. Entendía a lo que se refría, pero no. No me sentía mejor. Se sentía horrible.

—Papá esto es horrible. —Musité. Su sonrisa se desvaneció y simplemente volteó para bajar del auto. Pero yo no quería hacerlo.

Bruno me miró apenado, pero luego me sonrió para darme confianza y decirme con la mirada que todo estaría bien.

—Bajemos, Jessi. —Me alentó y antes de pensarlo más asentí dispuesta a hacerlo. Ya no podía rehusarme, ya no podía cambiar nada de lo que debía ser.

La lluvia había calmado un poco, y aunque hacía frío y no quería quedarme bajo las gotas de lluvia que quedaban por caer me atreví a darle una mirada al lugar.

"Violencia de género y maltrato infantil." «Centro de protección a la mujer y las infancias.»

El lugar adornaba discretamente con éstas palabras.

Me acerqué un paso más y me crucé de brazos deteniéndome ahí, tan solo queriendo mirar todo mejor, pero sin ser lo suficientemente valiente para acercarme más.

De pronto por donde mi padre había entrado una mujer salió llorando, con gafas de sol y completamente abrigada, como si el dolor con el frío doliera más. Y estaba de acuerdo.

Ella pasó por mi lado junto a otra misma de su edad que la acompañaba, y mi respiración se cortó. Ella estaba completamente lastimada, su labio, y bajo sus gafas se veían tonos fuertísimos violetas y azul, un corte en la ceja, la nariz, los pómulos. Me aterró.

Inconsciente retrocedí con la mirada clavada en la puerta a metros de mí, no me di cuenta hasta que un cuerpo a mis espaldas detuvo mi huida. Volteé con miedo, pero él me dedicó una mirada tranquilizante que me hizo fijar mis pies en el suelo.

—Nada malo saldrá de esto, solo traerá tu seguridad. Es lo mejor. —Habló con dulzura, con suavidad, como si temiera que cualquier palabra pudiera hacerme sentir peor.

—No quiero hacer esto.

—De lo contrario puede hacerte más daño, lo sabes, —Asentí. —Estaré aquí. —Su mirada brilló con destellos significativos, como si sintiera sus palabras tanto como yo.

—Hija. Entra de una vez. ¿Acaso no notas el frio que hace? —La voz de papá nos separó. Al volver a mirar al frente nos esperaba en las escaleras de la comisaría.

—¿No podemos ir a otra comisaría? —Este lugar me hacía sentir peor, no quería ser una de ellas. Papá se limitó a negar, indicándome que subiera.

—Aquí se hará con rapidez la denuncia para la orden de restricción, esa misma talvez lleven al tribunal. —Me habló mi hermano. —Aquí este tipo de denuncia tiene más validez Jessi. Te pondrán más atención, le darán la importancia que se necesita.

—No quiero que lo metan a prisión. —Intervine rápidamente.

—Con suerte abrirán más la causa y lo harán. —Me dijo, de todas formas. Dejó su brazo en mis hombros y con cariño me llevó hacia las gradas, dejando a Pierce atrás.

Antes de entrar volteé brevemente, procurando que Harry siguiera ahí, él subiendo las gradas me guiñó un ojo, dándome una sonrisita. Sonreí más. El gruñido de mi hermano me hizo volver al frente, él me miró de reojo, con una ceja enarcada.

—Muy rápido para acostumbrarme. —Murmuró entre dientes, solo para nosotros.

—No tienes que hacerlo, Bruno. —Le aseguré. Harry intervino, siguiéndonos el paso.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora