VEINTE.

2.7K 135 6
                                    

Había descansado casi dos horas. Y aunque me sentía mejor mis ánimos estaban en el suelo, todo lo que había sucedido me había dejado exhausta. Pensé en el instituto y me sentí muy mal, sabía que debía decirles antes de que el director llamara, porque si se enteraban mis padres por sus medios sería mucho peor.

Me cubrí aún más acurrucándome. No quería volver a decepcionarlos.

La puerta fue golpeada brevemente antes de ser abierta, Bruno me sonrió al pasar con cautela.

—¿Te sientes mejor? —Me preguntó y procuré asentir. Él me extendió un pequeño diminuto vasito con jarabe.

—¿No almorzaron aún? —Le pregunté tosiendo un poco al sentirle un sabor asqueroso a la medicación.

—No, estábamos esperando a que despiertes. —Sonreí un poco. —¿Puedes bajar? Papá quiere hablar sobre algo. No dijo qué. —Juntando toda mi fuerza alejé las mantas y me puse de pie.

Antes de dormir me había cambiado, pero ahora necesitaba más abrigo, así que tomé una manta y bajé. Lou que jugaba divertida abajo con Harry nos miró con una sonrisita. Pronto se acercó a mí y besó mi mejilla cuando me senté en la mesa junto a ellos, entonces fue a llenar de besos a mi hermano.

—Creí que ya me habías dejado de querer. —Le reprochó él, haciendo reír a Lou. —Últimamente todos me reemplazan por Harry. —Mencionó, y tuve que mirarlo para callarlo. Papá reía animado.

Mamá estresada dejó sobre la mesa una cacerola con comida, haciéndome reír un poco.

—Lamento tanto que debas siempre probar estas cosas y que arriesgues tu vida con nosotros. —Bromeó papá mirando a Pierce quien río divertido mientras negaba.

—No se preocupe Lourdes, cocina maravilloso. —Procuró decir entonces, ganándose una sonrisa complacida de mi madre.

—Lame medias. —Tosió Papá. Mamá le lanzó una miradita cargada de reproche mientras servía los platos.

—Esta riquísimo. —Aseguró entonces Harry, lo miré con suspicacia. El sonrió asintiendo e incentivándome a que lo probara.

Y lo hice.

—Wow mamá. —Exclamé. Realmente estaba delicioso.

—¿Y tú cuando te dignarás a hacerlo? —Me reprochó ella mirándome de reojo.

—No es fácil cuando vives como princesa. —Le dijo papá. Fue inevitable ponerme de mal humor. No respondí y procuré solo comer.

Al cabo de unos minutos mi cerebro pareció callar sus voces. Me concentré en mí, y en mi mente a estas alturas. Cuando levanté la mirada me encontré a Pierce mirándome discreto y Bruno mirándonos, intercambiando la mirada del uno al otro.

Le advertí que parara de hacerlo. Él me respondió con un atisbo desafiante. Entonces me concentré en la conversación que había a mi alrededor y presté más atención.

En el depósito del hospital llegaron medicinas y vacunas vencidas, papá estaba furioso por eso, y a su vez temía que haya pasado alguna caja hacia la sección de farmacia o algún consultorio.

—Decretaré a que realicen otro control dentro del hospital. No hay otra manera para asegurarnos que todo esté bien. —Resopló, ahora con cansancio. Pierce asintió de acuerdo.

—Esta mañana llegaron medicinas a mi consultorio, las revisaré antes de recetarlas. —

De pronto papá golpeó con exclamación la mesa mirándome, dejándome el corazón en la boca. Respiré cuando lo vi sonreír tanto que me puso nerviosa.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora