SIETE.

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Durante toda la noche intenté dormir, intenté ignorar los dolores y conciliar la calma en un sueño normal, en un descanso placentero, pero no podía. Quería girar en la cama y eso no era algo que podía hacer sin dolor. Entonces mi sueño comenzó a desaparecer y despierta, en mi mente, la persona que menos debía estar en ella se presentó. Pierce estaba ahí, sus ojos mirándome con cariño, sus preocupaciones, sus sonrisas y el sonido de su risa. Cuando me di cuenta que estaba sonriendo también solté un quejido y abrí mis ojos de golpe, me levanté con dolor y fui a buscar una de las píldoras que me había recetado. La tomé junto al vaso de agua de mi lado y suspiré, tocando suavemente mi cuello.

Al volver a la cama y cerrar mis ojos, volví a abrirlos cuando mi alarma sonó.

Resoplé, levantándome y yendo a la ducha.

Veinte minutos más tarde me encontré frente al reflejo del espejo del baño, y me angustió verme de esa manera. Intenté no pensar en ello, pasarlo por alto, pero luego cuando me vi maquillando mi pierna y los lados visibles que tenían colores intensos y apagados toda la tristeza volvió con más fuerza.

Cuando terminé me vestí con el uniforme, me alisté con un maquillaje simple, pero con mi labial rojo, y luego bajé, mientras me ponía los tacones.

—Buen día, má. —Caí en la silla, resoplando por ser tan bruta.

—Buenos días para ti. —Soltó una pequeña risa. —¿Dormiste bien? —

—No pude dormir mucho en realidad. —Respondí. Tomé la taza que descansaba sobre la mesa y tomé su contenido.

—Siéntate derecha cariño. —Me indicó —¿A qué se debe esa noche de insomnio? —

—No tengo idea. —Mentí, enderezando mi espalda. Terminé mi café y me puse de pie tomando mi mochila y dejándola en mi hombro sano.

Llegaba 5 minutos tarde.

—¿Quieres que te lleve?

—¿Y Lou?

—No despertará. —Me aseguró. Asentí de acuerdo.

Unos minutos más tarde me despedí de ella y bajé del auto para entrar al instituto.

—¡Jessi! —Oí un grito masculino a mis espaldas. Volteé y sonreí feliz al ver a Nicholas.

—¡Hola! — Lo abracé.

—Te extrañe tanto en todo éste... fin de semana. —Soltó una risa mientras me alzaba y giraba en el lugar.

—No, Nick. No hagas eso. Ya, ya, bájame. —Me queje mientras golpeaba su hombro y escondía mi rostro en su cuello con miedo.

Cuando me bajó me sostuve de su brazo para volver a tomar mi equilibrio.

—¡Mira si tropiezas, me caigo y muero! —Exclamé con frustración, haciéndolo reír.

—Te encanta hacer dramas ¿cierto?

—Sabes que sí. —Lo miré, ganándome su sonrisa. Él, dentro de nuestro vínculo de amigos es el mejor.

—Vamos, prepárate para nuestra entrada triunfante. —Me dijo, codeándome levemente. Asentí y me preparé antes de cruzar las puertas de aquel instituto.

Las animadoras tienen un papel importante en los institutos donde hay grandes equipos de futbol americano, pertenecí a ellas un periodo de tiempo breve, y me llevé bastantes consecuencias.

Ellas solían estar en la entrada con los impecables atuendos de animadoras marcando su clase social alta y su poder en la institución, pero su poder estaba vacío, nada bueno hacían con él.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora