VEINTIUNO.

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A la mañana siguiente, sintiéndome fatal fui sigilosa a buscar a mi hermano a su habitación. Eran las seis de la mañana, y me sorprendí al descubrirlo despierto y hablando por teléfono en la cama.

Él al verme sonrió y me hizo un espacio que no tardé en ocupar.

—Hola. —Susurré, él me sonrió.

—De acuerdo, después te llamo ¿Está bien? —Le habló al teléfono. —Sí, sí, bonita, ella está aquí, no te preocupes que está bien. Lo prometo, adiós. —

Él dejó el teléfono en la mesita de luz y me miró, seriamente, me observó tanto que terminé cerrando mis ojos.

—Hablé con papá. —Finalmente dijo.

—¿Te dijo algo que yo no sepa? —Porque todo lo había dicho ya.

—Eres nuestra pequeña. Pequeña tonta pero pequeña. En fin, él no pudo hablarte de esa forma, no me entra en la cabeza la necesidad de dañarse uno con los otros, el que todos hayan querido atacar. ¿Y por qué intentaban atacar? Somos una maldita familia, carajo. ¿por qué ir contra ti? ¿Por qué no hablar? ¿Por qué no preguntarte por qué lo hiciste? ¿Qué está mal contigo? ¿Qué sientes?

Tomé sus mejillas y besé una de ellas.

—Eres bellísimo ¿Lo sabías?

—Si, por supuesto que lo sé. —Me hizo reír, pero él no rió. —¿Qué está mal contigo, bonita?

—Yo... —Suspiré. —No quiero pensar. —Susurré. Él asintió.

—Ya no quiero que te lastimen, hermanita, y no permitiré que lo hagan más, ni siquiera papá, ni siquiera mamá, nadie, nadie más.

—Ellos pueden hacer y decir lo que quieran, Bruno, ni siquiera están arrepentidos, no deberían reprocharles, ni exigirles nada, ellos... también esta dolidos.

—¿Cómo sabes que no están arrepentidos?

—Porque lo oí. Hablaba con Pierce. —Él suspiró.

—Pierce... —Suspiró. —Él estuvo muy distante con papá desde entonces.

—No me alegra oír esto, no busco que se ponga contra de papá o que esté de mi lado.

—Sé que no. Pero a mí me deja muchas cosas claras.

—¿Cómo cuáles?

—Que te quiere. De verdad. —Resoplé, jamás habría creído que me dolería oír eso. —Hablé con él.

—Ugh, ¿Ya lo espantaste? ¿Negó o desmintió todo? Él no se siente seguro con que alguien sepa que...

—Lo tomé por sorpresa, no esperaba que supiera tanto. —Asintió, —Aun así, el no retrocedió, me enfrentó seguro y firme, para mi sorpresa, y mantuvo sus palabras luego de que le dije las mías. —Él suspiró. —"La quiero como no tienes idea, Bruno. Y quererla es lo único que me importa ahora" —Lo imitó, pero con voz aguda, haciéndome reír un poco, lo gracioso era que la voz de Pierce era fascinantemente profunda.

—¿Eso te dijo? —Musité.

—¿No es cursi? —Me sonrió.

—No entiendo.

—¿Qué no entiendes cariño?

—Por qué yo. Por qué me quiere a mi teniendo una diversidad y cantidad de mujeres que amarían estar con él. Pierce es... es demasiado.

—Pierce es humano, Jessica. No perfecto. —Me recordó, como si fuera estúpida. Solté una risita. —Pierce te quiere de verdad, y no es como si pudiéramos elegir de la persona a la cual enamorarnos, solo sucede. Tu eres diferente a todo eso que hay ahí afuera buscando sobre él.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora