SESENTA Y NUEVE.

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—Vinieron por ti —Susurró a mi oído. —Si supieran que la única manera de salir de aquí sin mí es salir muerta no harían tanto escándalo. —Mi cuerpo se llenó de una energía extraña, una corriente de miedo, pero a su vez esperanza. Quería vivir. Quería sobrevivir, encontrar las maravillas del mundo, quería disfrutar los pequeños placeres, las risas, las sonrisas, quería volver a disfrutar de la corriente de nervios en mi abdomen y mi corazón latiendo fuerte de alegría. Quería alcanzar la felicidad, tocarla y sentirla en todo mi cuerpo. 

Una lágrima más cayó al suelo. Dolía, pero no debía rendirme.

—Ya es suficiente, suéltala ahora. —Ordenó Brian. —Será peor luego, piensa lo que haces. —Advirtió, pero con precaución y alerta.

Oí un megáfono, un ruido agudo antes de oír a un hombre.

—William. —Repitió un oficial armado mediante el megáfono que sostenía en su boca a metros de nosotros. —Suelta el arma y entrega a la chica antes de que sea demasiado tarde, podemos solucionarlo. —Habló. —Todo saldrá peor si no lo haces. —

—Ya es demasiado tarde. Mira lo que hiciste Jessica. Era un vecino ejemplar. —Negó con disgusto.

—¡No eres un asesino, William! ¡Suelta el Arma y deja ir a Jessica! —Insistió el hombre, William gruñó y en cuestión de segundos cargó la pistola y dio un disparo contra el único vidrio que segundos antes había estado de pie, era tantos los impactos que tuvo que cayó, creando un estruendo abrumador. Solté un grito y cubrí mis oídos por instinto al igual que Brian, solo que éste se inclinó hacia abajo.

—Siempre hay una primera vez para convertirse en algo. —Musitó a mi oído como si compartiéramos un secreto. Mi corazón se detuvo un segundo.

—Detén esto William. —Traté de mirarlo. Logré ver sangre corriendo desde la herida que le hice en su cabeza. —Solo tú puedes hacerlo. No tienes que continuar. Nadie aquí merecer salir herido. —Le pedí, inevitablemente soltando lágrimas.

—Es tu culpa. —Lamentó hacia mí. —Podría haber sido tan diferente si no hubieras intentado escapar... —Susurró dolido. —Si me hubieras dado una oportunidad más. Prometí darte todo. Pero jamás fue suficiente para ti. Lo que sucede ahora es por tu maldita culpa.

—Yo no quería esto... —Mi respiración se entrecortó al sentir el arma contra mí nuevamente.

La lucha que tenía Harry y mi hermano por enterar me ponía nerviosa, rogaba para que esos policías pudieran seguir reteniéndolo. Jamás me perdonaría que ellos por intentar salvarme terminaran heridos o muertos. Y Brian seguía aquí.

Un par de oficiales le gritaron que ya podía salir, pero él se opuso al lograr divisar a Harry. Él se arriesgaría hasta el último momento por él, por mí, sabiendo que Harry no podía. Y temí con todas mis fuerzas esa valentía que tenía.

—Por favor Brian. Sal. Es mi lucha. Tú no tienes que salir herido. Jamás me perdonaré si algo te sucede. —Le rogué, entre lágrimas. Él me miró con tristeza.

—No voy a dejarte sola, pequeña Jessi. —

—¡A la cuenta de tres entraremos! ¡Somos más de quince contra ti, es mejor que la sueltes ahora! —Emitió el oficial a gritos mientras los demás policías se preparaban con sus armas para entrar ya apuntándonos.

—Jessica, tranquila. Te sacaremos de ahí. —Añadió para mí, comenzando con la pequeña cuenta regresiva desde aun con el objeto en su boca. Pero tenía miedo porque con la seguridad y cinismo que William estaba sosteniéndome sabía que él no me soltaría ni porque se acercaran lo suficiente, y por su vida no temía.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora