CINCUENTA Y OCHO.

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—Busca algo como una carpeta que esté oculta o que te parezca sospechosa. —Me decía Harry. Dimos vuelta la oficina de papá completa, busqué entre libros, carpetas, agendas y cuadernos, y hasta en las hojas que guardaban dentro de cajones, pero nada resultaba sospechoso. Debíamos encontrar alguna cosa que haya dejado y que sea clave para continuar incriminando a Albert, alguna escritura que lo delatara o algo suyo en donde estén registrados sus movimientos en el hospital, como a quien contrató para ocasionar el trabajo sucio o desde qué modo tuvo acceso para extraer y hacer la transferencia de esa magnitud desde la cuenta del hospital a otras paralelas.

Cuando intenté abrir el cajón del escritorio éste no cedió. Intenté de nuevo y tampoco.

—¿Harry? —Lo llamé. Él volteó a mirarme. —Ven. ¿La llave de esto? —Me senté en el asiento del escritorio.

—Tu padre la guarda aquí. —Buscó debajo de una de las esquinas del escritorio, en donde si estaba y bien oculta.

Me la extendió y yo sonreí.

Al abrir ese cajón extraje todo de allí. Pasaron varios minutos en que tuvimos que analizar todo con atención.

—No hay nada raro, solo están las cuentas bancarias de tu padre, contraseñas y lo que se compra para el hospital, más los recibos de pagos. —Me decía. Asentí percibida. Por lo que había leído en todos esos papeles entendí exactamente lo mismo.

En el fondo del cajón vacío llamó mi atención una pequeña cosa negra, parecía ser una cámara o esa forma tenia.

Se lo extendí a Harry por si sabía algo de su existencia. Pero él tan solo frunció levemente el ceño.

—No puede ser una cámara. —Negó con confusión. —¿O sí?

Recordé mi CupCake.

—No, pero puede que esto sea...—Presioné uno de sus lados y éste de partió a la mitad, los dividí y sonreí. —¡Un Pendrive! —Él sonrió acuclillándose a mi lado a la vez que yo encendía la notebook de mi padre.

Contraseña.

—Esta vez no la sé. —Susurró soltando un suspiro.

Probé con la fecha de su cumpleaños, la de mi madre, la mía y la de Lou, la fecha de su aniversario y miles de palabras que se me pasaban por mi mente, pero ninguna era la correcta.

—Prueba con mi nombre. —Me dijo él. Comencé a reír a carcajadas, él me miró sin comprender.

—No es tu nombre Harry. —Logré decir riendo. Él frunció el ceño y probó por sí solo, pero claramente le dio error.

Se cruzó de brazos, parecía estar ofendido y eso logró más carcajadas mías. Besé su brazo que estaba a mi alcance.

—Estamos equivocados... —Me dijo de pronto. Volví a mirarlo. —Tu padre se llevó su computadora. Es obvio.

Que idiotas.

—Tienes razón... —Deduje mirando el artefacto. —Entonces ésta es de Albert. —Harry asintió.

—Con razón la contraseña no cedió con mi nombre. —Murmuró haciéndome reír otra vez. Él me sonrió. —Debemos llevarla a que le quiten la contraseña. Mientras tanto probemos esto en la mía. —Se puso de pie y besó mis labios —Iré a buscarla en mi consultorio.

—Está bien. —

Mañana debíamos ir a la Corte Suprema de la Justicia, en el tribunal se tomarían las medidas necesarias. Esta mañana llamaron a Harry para informarle y para que me informaran. Habría un juicio con dos causas paralelas, el hospital, por un lado, los crímenes de Albert por el otro. Me sentía muy nerviosa. Y por eso habíamos decidido buscar más cosas que lo incriminaran. Había sucedido todo más rápido de lo que habíamos pensado, pero en realidad es porque la causa ya estaba abierta.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora