—¿Siempre tienes que actuar como si yo no sintiera nada?
Seungmin lo dijo casi gritando, con los ojos cristalinos y la voz temblando. Estaban en la habitación del hotel.
Una de tantas que Hyunjin reservaba para sus encuentros escondidos.
Una cama grande.
Un silencio incómodo.
Demasiadas mentiras.
Hyunjin ni siquiera respondió al principio.
Solo se pasó una mano por el cabello y exhaló como si fuera él la víctima.
—¿Y tú qué quieres que haga, Seungmin? ¿Que mande todo al carajo por alguien que apenas conozco?
Esa frase fue como un golpe.
Un puñal.
Una negación.
—¿Apenas conoces? —repitió Seungmin, dando un paso atrás—. Entonces... ¿todo esto? ¿Lo nuestro? ¿Fui solo otro capricho?
Hyunjin no dijo que no.
No dijo nada.
Seungmin salió antes de que Hyunjin pudiera tocarlo.
Aferrado a su mochila y su orgullo.
Llovía.
Pero no importaba.
Caminó cuadras sin paraguas, con las zapatillas empapadas, con la garganta cerrada por las lágrimas que no quería dejar caer.
No permitió que Hyunjin lo siguiera.
Ni que lo llevara.
Ni que lo mirara con esa lástima de Alfa triste.
Pasaron dos días sin ir a clases.
Tres.
Cuatro.
Jisung lo escribió. Felix lo llamó. Nada.
Su madre golpeó la puerta de su cuarto varias veces antes de entrar.
—Seungmin, hijo... ¿todo bien?
Él solo asintió, acostado con la cara vuelta hacia la pared, los labios resecos y la nariz roja.
Tenía fiebre.
Y el corazón aún más caliente de dolor.
—Está engripado, mamá —dijo Jeongin, su hermano menor, dejando una taza de té en la mesita—. Y no quiere hablar con nadie.
La madre se sentó en el borde de la cama y acarició su cabello con ternura.
—No importa por qué estés así... aquí estamos, ¿sí?
Seungmin no contestó.
Se encogió un poco más entre las cobijas.
Y lloró en silencio.
Esa noche, tocaron la puerta.
Su madre fue quien abrió.
Y se encontró con un Alfa alto, mojado por la lluvia, vestido como si acabara de salir de una reunión elegante.
Traía un ramo de lirios blancos, chocolates de una marca francesa y una bolsa con medicina.
—Buenas noches. Yo... Busco a Seungmin.
La madre frunció el ceño.
Su instinto tembló.
—¿Quién es usted?
—Soy... un amigo. Solo quería saber si estaba bien.
Ella no sabía por qué le molestó tanto esa frase.
Ese "amigo".
Como si su hijo no valiera la verdad.
—Está enfermo —dijo seca—. No puede recibir visitas.
—¿Puedo al menos dejarle esto?
Ella dudó.
Pero tomó las flores.
—¿Cuál es su nombre?
Hyunjin tragó saliva.
—Hwang Ehm...
—no te preocupes cielo
El rostro de la mujer no lo reconoció, pero su tono se volvió más frío.
—¿Él sabe que vendrías?
—No.
Solo... necesitaba verlo.
Ella asintió una vez y cerró la puerta sin decir más.
No lo dejaría entrar.
No después de ver a su hijo llorar de fiebre y dolor durante días.
Cuando Seungmin bajó a la cocina más tarde, encontró las flores en un jarrón.
La caja de chocolates en la mesa.
—Dijo que era tu amigo —dijo su madre, sin mirarlo—. Espero que no sea quien te tiene así.
Él no respondió.
Solo se sentó, tomó una flor con manos temblorosas y dejó que una lágrima cayera entre los pétalos.
Esa misma noche, Hyunjin le escribió.
Primero un mensaje.
Luego una llamada.
Después, otra más.
Seungmin respondió en la tercera.
Tenía la voz ronca, débil, casi irreconocible.
—¿Por qué viniste?
—Porque no podía más —dijo Hyunjin al otro lado, en el auto, solo—. Porque me importas.
—¿Y entonces por qué me hiciste sentir como si no fuera nada?
Silencio.
Uno denso.
Lleno de todo lo que nunca dijeron.
—Te amo —soltó Hyunjin, como una confesión que dolía—. No sé cómo lidiar con esto. Pero te amo.
Seungmin lloró sin ruido.
Sus ojos cerrados.
Sus labios mordidos.
—Eso no es suficiente, Hyunjin. No para mí.
Y cortó.
Esa noche, por primera vez, Hyunjin lloró también.
Pero no en el auto.
No frente al espejo.
Lloró frente a la foto de su boda.
Esa que siempre ignoraba.
Y que ahora odiaba más que nunca.
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SUMMERTIME SADNESS
FanfictionSeungmin tenía el corazón joven, los sueños intactos y la inocencia aún latiendo fuerte. Hyunjin era fuego envuelto en seda, un alfa mayor, misterioso, prohibido... y casado. ⠀ Se conocieron por accidente. Se desearon sin permiso. Se amaron en la so...
