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Era el mismo hotel de siempre.

El mismo pasillo.
La misma alfombra gris.
Las mismas luces tenues que parecían guardar secretos.

Hyunjin ya estaba dentro cuando Seungmin llegó.
Lo esperaba junto a la ventana, con las manos temblando, vestido de forma sencilla, como si eso pudiera restarle importancia a la desesperación que sentía.

Seungmin abrió la puerta.
Y en cuanto sus ojos se encontraron, ambos se derrumbaron un poco.

Seungmin fue quien corrió primero.
Hyunjin lo abrazó con fuerza, aferrándose como si no supiera si volvería a sentir ese cuerpo entre sus brazos.

—Te extrañé tanto —murmuró Hyunjin contra su cuello.

—Yo también.

No se dijeron más.
Los besos llegaron después, suaves primero, luego rotos, hambrientos.
No era pasión, era necesidad. Era una forma torpe de volver a respirar.

Seungmin lo llevó hasta la cama, como tantas veces.
Desvistió sus miedos.
Hyunjin acarició cada herida, cada cicatriz nueva, cada temblor en su vientre que no supo cómo interpretar.

—Estás más calientito que antes —susurró contra su piel.

Seungmin desvió la mirada.

—He estado enfermo... es todo.

Pero Hyunjin ya empezaba a sentirlo.
Una sospecha ligera.
Un presentimiento profundo.

Pero no dijo nada.
Seungmin tampoco.
No esa noche.

Cuando terminaron, Hyunjin se acurrucó en su pecho, como solía hacerlo, con una de sus manos sobre el vientre de Seungmin, como si su instinto le dijera algo, pero esta vez sus ojos se llenaron de lágrimas.
Lloró en silencio, con el rostro escondido en el cuerpo de Seungmin.

—No quiero que te vayas. No otra vez. No puedo. No sé vivir sin ti, Seungmin.

Seungmin acarició su espalda, lento, sereno.

—Estoy aquí ahora. Solo... abrázame, besame fuerte Hyunjin...

Hyunjin lo rodeó con los brazos, apretando los ojos, sintiendo que si se quedaba un minuto más en silencio, su corazón estallaría.

—¿Por qué te sientes distinto? —preguntó con voz baja.

—No lo sé —mintió Seungmin—. Pero por favor... no preguntes nada más.

Hyunjin asintió, mordiéndose la lengua.

El miedo se le había colado por las costillas.
El amor también.
Y entre ambos, una noche más de silencio, de suspiros, de mentiras necesarias.

Porque cuando el sol comenzara a salir...
Seungmin ya no estaría.

SUMMERTIME SADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora