La señora Kim dejó la bandeja sobre la mesa con cuidado. La sopa ya se había enfriado.
No insistió esta vez.
No preguntó.
Su esposo estaba en la cocina, sentado en silencio, dándole vueltas a la taza de té sin tomarla.
Jeongin estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados, mordiéndose el labio.
Les había contado todo.
Todo lo que Hyunjin había ocultado.
Su nombre real.
Su edad.
Su empresa.
Su estado civil.
Cuando Hyunjin volvió aquella noche, sonriente y cansado, anunciando su divorcio y un nuevo hogar para Seungmin... los señores Kim lo recibieron con una frialdad glacial.
Educados, sí.
Pero desanimados.
Defraudados.
—¿Qué hiciste, Hyunjin...? —había pensado la señora Kim mientras lo miraba desde la puerta de la habitación de su hijo—. ¿Qué hiciste con nuestro pequeño?
En el cuarto, Seungmin seguía de espaldas.
Pero sus dedos temblaban sobre la manta.
Sabía que Hyunjin estaba detrás de él.
Que no se había ido.
"Vete...", pensaba. "Por favor... vete antes de que mi corazón vuelva a rogarte."
Pero su cuerpo no lo obedecía.
El cansancio.
El calor interno.
Ese vacío profundo en su vientre que gritaba por él.
Su cuerpo ya no era suyo.
Era del pequeño ser que crecía en silencio, entre náuseas, insomnio y una tristeza infinita.
Y entonces pasó.
Como tantas otras veces antes.
Como si no pudiera luchar contra sí mismo.
Seungmin se giró.
Sin decir nada.
Solo estiró una mano temblorosa y tocó el pecho de Hyunjin.
—...
Hyunjin la tomó de inmediato.
Se la llevó a los labios.
Y cuando Seungmin se acercó, cerrando los ojos y hundiendo el rostro en su cuello, no dijo nada.
Solo lo abrazó.
Lo atrajo contra su pecho, como si fuese lo más frágil del mundo.
Como si no se atreviera a soltarlo nunca más.
—Estoy aquí, Min... estoy aquí —susurró.
Y como si el mundo desapareciera fuera de esas cuatro paredes, lo acarició.
Lo besó con una dulzura tan desgarradora que Seungmin no pudo contener el sollozo que le nació en el pecho.
El instinto, el deseo profundo por ese vínculo, por esa piel, por ese amor, se mezclaba con el dolor.
Pero en ese instante... no importaba nada más.
Ni Yeji.
Ni los padres.
Ni Jeongin.
Ni el pasado.
Solo estaban ellos dos.
Y ese pequeño ser latiendo dentro del vientre de Seungmin, que parecía pedir con desesperación: "ámense, una vez más."
Hyunjin lo besó en la frente.
En la mejilla.
En los labios secos.
Y aunque no se dijeron una sola palabra, sus cuerpos lo dijeron todo.
ESTÁS LEYENDO
SUMMERTIME SADNESS
FanfictionSeungmin tenía el corazón joven, los sueños intactos y la inocencia aún latiendo fuerte. Hyunjin era fuego envuelto en seda, un alfa mayor, misterioso, prohibido... y casado. ⠀ Se conocieron por accidente. Se desearon sin permiso. Se amaron en la so...
